Para que nunca más le hagan una brutalidad así a una mujer», clamó Valeria Quer en el minuto de silencio con el que ayer se honró en la plaza del Obradoiro de Santiago de Compostela la memoria de su hermana mayor, Diana, por cuyo crimen se está juzgando en esa ciudad a un único encausado, José Enrique Abuín, el Chicle.

«Nos sentimos súper arropados, lo que más feliz nos hace ahora mismo es que estéis aquí por mi hermana», dijo la joven en el acto, sobrecogida, pero todavía con el suficiente resuello para espetar: «Por las mujeres, por la protección... Gracias por darnos cariño, apoyo, todo».

Junto a ella, su progenitor, Juan Carlos Quer, dio las gracias al pueblo español y al gallego por la solidaridad, respaldo y cariño e invitó a todo el que quiera a ir a Galicia: «Este individuo es un hecho aislado; aquí hay bondad».

«Fuerza», «ánimo», «estamos con vosotros», escucharon ambos, mientras se sucedieron abrazos, besos y más palabras de ánimo.

Juan Carlos Quer incidió en su batalla, la de reivindicar la prisión permanente revisable. Reclamó que nadie pueda volver a cometer actos tan brutales de violencia contra la mujer, al igual que Valeria, y deseó que la condena a este «depredador» sea «certidumbre para la sociedad». «Que nuestras hijas puedan circular con libertad», zanjó.

El minuto de silencio se celebró cuando el juicio ha llegado a su ecuador, tras una semana en la que han declarado el único sospechoso y los propios padres de la víctima, Juan Carlos Quer y Diana López-Pinel.