El Gobierno español confía en las drásticas medidas aplicadas por Italia para hacer frente al coronavirus. El ministro de Sanidad, Salvador Illa, celebró ayer la decisión de su homólogo italiano de vetar la entrada y salida de ciudadanos de las zonas más afectadas por el virus porque eso también reducirá su propagación en España, según explicó.

«Había muchos casos importados o ciudadanos españoles que habían viajado a estas zonas. Esto en principio se interrumpirá», aseguró Illa durante la rueda de prensa posterior a la reunión del Comité de Evaluación y Seguimiento sobre el virus de origen chino que se celebró ayer.

En total, son ya 17 personas fallecidas y más de 600 las contagiadas en todas las comunidades autónomas, después de que Murcia registrase ayer su primer caso, a un ritmo de contagio del 20% diario. Las únicas que se salvan son las ciudades autónomas, Ceuta y Melilla.

AÚN EN «CONTENCIÓN» / España se mantiene en fase de «contención», sin necesidad por el momento de llevar a cabo medidas adicionales, indicó el ministro. «No tenemos una situación que a nivel de país se pueda pensar en una transmisión descontrolada, ni muchísimo menos», aclaró el director del centro de coordinación de alertas y emergencias sanitarias, Fernando Simón. Para el experto, la decisión italiana es crucial porque «reduce muchísimo el riesgo de entradas» en España, pero también el control de contactos y casos de las comunidades autónomas que limita la posibilidad de nuevos brotes en otras regiones.

Madrid, La Rioja y País Vasco congregan al 60% del total de infectados en España. Madrid es la comunidad con más contagios, pero el incremento del número de afectados en las últimas horas se ha centrado principalmente en la zona de Valdemoro, según Simon, por lo que su propagación está relativamente controlada. La región decidió el viernes cerrar los 213 centros de ocio para mayores y ayer fue un paso más, restringiendo las visitas a las residencias de ancianos.

Algo similar ocurre en La Rioja, donde la mayor parte de los afectados proceden de Haro, tras el contagio de un elevado número de personas en un funeral de Vitoria, y están en aislamiento domiciliario controlados por las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado. Diferente es el caso del País Vasco, no tanto por el número de personas con el virus (superan el centenar), sino porque los brotes han afectado a profesionales sanitarios, lo que ha generado «un estrés añadido». No obstante, también se encuentran bastante controlados.

Ayer fallecieron al menos siete personas debido al virus, tres de ellas en Madrid, tres en el País Vasco y una en Aragón.