El tren que partió en la medianoche del martes de Huanggang certifica la victoria de Hubei contra el coronavirus. A bordo viajaban 1.133 trabajadores con destino a Guangdong, la provincia oriental que concentra el grueso de la industria manufacturera. También resume las preceptivas precauciones en la vuelta al tajo: el tren llegó sin escalas a Guangzhou, la capital provincial, y los trabajadores fueron conducidos en autobuses sin dilación hasta sus fábricas de Shenzhen y otras ciudades de la zona. «Reanudar la producción es urgente», sostuvo ayer el Diario del Pueblo.

Hubei ya no es una jaula. Sus 60 millones de habitantes pueden moverse desde ayer por todo el territorio, siempre que sus móviles reflejen el código verde que los acredita como sanos. El transporte público ya funciona, así como las estaciones de trenes. Los primeros vuelos son inminentes y se han levantado de carreteras y puentes los puestos de control. Unos 800 pequineses que quedaron atrapados en el cerrojo durante las vacaciones de Año nuevo han regresado a la capital y ahora lo harán 20.000 estudiantes y trabajadores. Solo los centros educativos permanecen cerrados. Quedan atrás más de dos meses de dolorosa y estricta cuarentena. En Wuhan, su capital, las restricciones se alargarán todavía hasta el 8 de abril.

Provincia clave

La visita a Hubei del presidente, Xi Jinping, subrayó dos semanas atrás la urgencia por recuperar la normalidad. Se reabrieron fábricas, procesadores de alimentos y otros negocios esenciales. La provincia es clave en el desarrollo de la economía nacional.

La cuarentena ha laminado sectores como el ocio y el turismo, y el miedo al contagio no sugieren un rápido repunte. Pekín ha aprobado una batería de medidas para la industria como que créditos blandos, abaratar la energía y exenciones y rebajas fiscales. Al Gobierno le inquieta que la quiebra de pymes dispare el desempleo y estimule los desórdenes sociales.