A sus cinco años, Alejandro Vico abraza a su padre y se sorprende de la expectación que genera su presencia en el Hospital Universitario Virgen de las Nieves de Granada. Aún no sabe que el suyo es un caso especial, ya que su pequeño cuerpo alberga el primer desfibrilador sin cables que se ha implantado a una persona de menos de 20 kilos en nuestro país. Un dispositivo que le permite llevar la vida normal de cualquier chico de su edad, con la única limitación de que, al menos al principio de verano, deberá aparcar la bici recién regalada hasta que las cicatrices cierren bien.

Su historia se torció el pasado abril camino del colegio. «Dijo que no veía bien y se desplomó». Era una parada cardíaca. En el hospital se le diagnosticó una patología de muy baja incidencia: un tumor benigno de 5 centímetros ubicado en el tabique que une ambos ventrículos.

El fibroma, según explicaron ayer los médicos que le tratan, comprimía las cavidades cardíacas rozando la arteria principal de la que se nutre el corazón y poniendo en riesgo su vida con la aparición de arritmias graves.

«Lo primero que preguntamos es que si había riesgo, nos dijeron que muchísimo, que igual se quedaba en la cirugía, y esos son momentos muy duros. Hemos pasado 45 días aquí en el hospital y se te cae el mundo encima, pero hemos salido adelante», reconoció el padre de Alejandro. Los médicos le operaron laminando el tumor por capas y reconstruyendo las cavidades cardíacas para devolver al órgano su forma. La intervención fue un éxito.