Visionario. Leyenda. Mito. Palabras grandilocuentes para despedir a un genio. La inconfundible voz de Leonard Cohen se apagaba con la máxima discreción. La familia, que confirmó la noticia, no dio detalles de la causa ni el lugar del fallecimiento, a sus 82 años.

Lo que sí se sabía era que Cohen vivía en el segundo piso de una casa que compartía con su hija Lorca y su niño de cinco años en el barrio de Willshire de Los Ángeles. Salía poco. Estaba enfermo. «Confinado en los barracones», como él mismo decía.

Pero el orden físico y mental le reconfortaba y quiso acabar el que ha sido su último disco, You Want it Darker, el decimocuarto álbum de estudio de su extraordinaria carrera. Lo hizo allí mismo. Su hijo Adam instaló un micrófono en la mesa del comedor y llenó la sala de guitarras acústicas y ordenadores. Le trajo también una silla ortopédica para que pudiera moverse sin esfuerzo. Solo tenía que cantar. «Ocasionalmente, en ataques de alegría y pese al dolor, se levantaba para ponerse en frente de los altavoces y los dos repetíamos una canción una y otra vez como si fuéramos adolescentes», contó Adam a la revista musical Rolling Stone.

UN DISCO A LA ALTURA // El disco es tan bueno como casi todo lo que ha firmado Cohen, el poeta de traje entallado y autoironía de hombre sabio que cogió la guitarra cuando entendió que solo de los versos no podría vivir. Se ha ido a los 82 años, dejando atrás un cancionero exquisito con títulos como Bird On a Wire, Hallelujah o Everybody Knows y millones de devotos de su trabajo en todo el mundo. «Mi padre falleció en paz en su casa de Los Ángeles sabiendo que completó el que él creía que era uno de sus mejores discos», ha dicho su hijo después de que la discográfica Sony Music adelantara la noticia en la página de Facebook del cantautor. «Estuvo escribiendo hasta sus últimos momentos con ese humor tan único que tenía». Las causas no se han revelado, pero según The New Yorker, que lo entrevistó en octubre después de mucho tiempo de silencio, tenía cáncer.

Aquella entrevista se hizo muy pronto viral, al revelar que estaba listo para morir, algo que por otro lado llevaba algún tiempo pregonando en sus canciones, desde Going Home a You Want it Darker, el título que abre el nuevo disco y que regaló a sus fans por su 82 aniversario. «He luchado con algunos demonios/ Eran de clase media y domesticados/ No sabía que tenía permiso para asesinar y mutilar/ Tú lo quieres más oscuro / Hineni/ Estoy listo, Señor».

En sus cinco décadas de carrera, escribió sobre el amor y el sexo, la espiritualidad y la guerra, el éxtasis o la depresión con la que tuvo que batallar en algunos momentos de su vida. «El maestro de la desesperación erótica», lo llamó su discográfica en una campaña de los años 70.

UN TRABAJO CONCIENZUDO // Si Bob Dylan puede escribir canciones en el rato que tarda en vaciarse una cerveza, Cohen lo hacía como un amanuense, hurgando en el alma, y algunas tardaron años en completarse. Diáfanas algunas, pero crípticas muchas otras, las cantó siempre con esa voz grave de barítono meditativa y sarcástica que te envuelve entre susurros. Sus primeros discos, Songs of Leonard Cohen (1967), una obra maestra que incluye piezas como So Long, Marianne o Suzanne, y Songs From A Room (1969), son pura desnudez folk. Pero con el tiempo añadió teclados y sintetizadores, se acercó al jazz, hizo duetos con su inseparable Sharon Robinson o sazonó sus melodías con mandolinas, como si la vida fuera un eterno picnic en una isla griega.

ESPAÑA Y MORENTE // Cohen tuvo una buena relación con España, país que conoció de joven cuando descubrió la poesía de Federico García Lorca. Ya con su carrera consolidada, eternizó su vinculación con Granada y el poeta con una versión del Pequeño vals vienés. También allí forjó su pasión el flamenco junto a Enrique Morente, cuya viuda dijo tras conocer su muerte que “juntos compondrán temas allá arriba”. Precisamente, el 18 de noviembre se estrena el documental Omega, que cuenta con temas del canadiense.

Entre los múltiples galardones que recibió a lo largo de su trayectoria figura el Premio Príncipe de Asturias de Las Letras que obtuvo en el 2011. Sus últimos años fueron una constante búsqueda espiritual, e incluso llegó a ordenarse monje budista. Se fue en silencio. Genio y figura. H