El cantaor flamenco Juan Peña, El Lebrijano, falleció ayer a los 75 años, víctima de una dolencia cardíaca de la que había sido operado recientemente. Nacido en 1941, era miembro de la familia gitana de Perrate de Utrera, a la que pertenecía su madre, María Fernández Granados.

Innovador, pero al mismo tiempo ortodoxo y purista del flamenco, era considerado uno de los grandes del cante jondo de la segunda mitad del siglo XX.

Comenzó su carrera artística muy joven, compaginando el cante con el toque de la guitarra, pero a raíz de su triunfo en el concurso de Mairena del Alcor (1964), como cantaor, decidió dedicarse en exclusividad al cante.

Dotado de una voz impresionante y un matemático sentido del compás, El Lebrijano irrumpió en el mundo del cante en los años 60, al igual que José Menese, Fosforito, Naranjito de Triana, El Chocolate, Chiquetete y Camarón de la Isla. Fue el primer cantaor en ofrecer recital en el Teatro Real de Madrid y tenía una larga lista de premios, entre los que figuran el de la cátedra de Flamencología de Jerez de la Frontera, además de poseer la Medalla de Oro al Mérito en el Trabajo (1999).

Entre sus decenas de trabajos, destacan su primer álbum, De Sevilla a Cádiz (1967), en el que consiguió reunir al Niño Ricardo y a Paco de Lucía; y su siguiente disco, La palabra de Dios a un gitano (1972), pionero en la incorporación de orquesta sinfónica a las creaciones flamencas; así como Persecución (1976), álbum de la historia gitana con textos del poeta y flamencólogo Félix Grande. H