Días tristes para Ripollés. Ha muerto Ripollino (contracción al libre albedrío del apellido del universal pintor castellonense con la palabra pollino), un burro que ha formado parte de su imaginario pictórico, natural y de filosofía de vida. Era el mayor de los cuatro asnos que el artista tenía en Mas de Flors, en un homenaje permanente a la madre naturaleza. El pintor tiene una fascinación especial por estos animales (tiene otros tres, hijos del finado), ya que “siguen significando sacrificio y ayuda para el ser humano en muchas partes del mundo”. “Representan el cariño y el esfuerzo, el corazón de los hombres personificado en una especie que es todo humildad y grandeza, y a la que tenemos que respetar”, detalla el pintor.

Ripollino como personaje popular “querido en todo el mundo”. “Cuando viajo por ahí todos me preguntaban por él”, evoca el genial pintor que defiende sus “valores”. “A mí no me interesa el afán de acumular bienes, que es lo que la mayoría de la gente hace. Unos quieren coches y yates, yo prefiero los animales, los frutales, las verduras... todo aquello que tenga una utilidad, y que es lo que me da placer”, manifiesta Ripollés, que sentencia que lo importante en la vida es “la ilusión y las ganas de vivir”. “Solamente eso”.

Y es que 25 años de vivencias (avanzada edad del burro fallecido) dan para “mucho”, confiesa Ripollés que no ha renunciado nunca a ese ‘modus vivendi’ que ha combinado sus artes plásticas con la naturaleza viva, la agricultura y los animales, como gallinas , pavos reales, faisanes …y burros de los que Ripollino era el más querido.