La muerte de una antigua estrella del fútbol ha reabierto la polémica en el Reino Unido en torno al creciente uso por parte de la policía de las pistolas eléctricas. El exfutbolista de la Real Sociedad y el Aston Villa Dalian Atkinson se convirtió el lunes en la persona número 11 que fallece en los últimos cinco años y la tercera en morir este año tras recibir descargas eléctricas en confrontaciones con la policía. Atkinson, de 48 años, sufrió una parada cardíaca poco después de ser abordado por los agentes, en la casa de su padre, en la localidad inglesa de Telford en Shropshire. El organismo que vela por el comportamiento del cuerpo policial ha abierto una investigación para determinar si estuvo justificado el uso de la Taser y si fue utilizada correctamente.

El jugador, con problemas de alcoholismo y de salud, amenazó con matar a su padre, al que tenía agarrado por el cuello, al grito de "soy el Mesías", según ha contado al diario 'The Sun' su hermano, Kenroy. "Mi hermano había perdido la cabeza. Se encontraba en un estado maniacodepresivo". La familia, sin embargo, había cuestionado el uso de la fuerza ejercido por parte de la policía.

Una vecina, Paula Quinn, ha relatado que los agentes le dispararon a Atkinson varias descargas de 50.000 voltios, "cuatro o cinco veces", y le dieron patadas cuando estaba en el suelo. El futbolista tenía problemas de corazón y de riñón y estaba sometido a diálisis.

ACTITUD RACISTA

Los tributos al jugador desde el mundo del fútbol se han mezclado con las críticas a las pistolas eléctricas. La organización Inquest, que ayuda a las familias de víctimas mortales de la Taser, ha denunciado un incremento en su uso, a pesar del riesgo que implica, "especialmente con personas que tienen problemas mentales o que están bajo los efectos de las drogas y el alcohol o tienen problemas de corazón", señala Deborah Coles, directora de la organización.

Uno de cada diez policías en Inglaterra y Gales porta ahora pistola eléctrica y las personas negras tienen tres veces más posibilidades que las blancas de ser paralizadas con las descargas eléctricas, según los datos del Ministerio del Interior. El pasado año el Consejo de Jefes de la Policía Nacional llevó a cabo una revisión sobre de las pistolas eléctricas, tras la muerte en el 2013 de un joven de 23 años en Manchester de una parada cardiaca, al ser detenido.

El uso de estas armas, "debe ser siempre la última opción. El problema es que se está convirtiendo en la primera", señala Coles, quien considera que "no se valoran correctamente los riesgos". La policía cree que de esta forma se protege a los agentes y se evita el uso de armas de fuego, según la tradición policial británica, muy alejada de los dramas de gatillo fácil de Estados Unidos.

En un reciente incidente en Londres, en el que un joven con problemas mentales apuñaló mortalmente a una mujer e hirió a varias personas, la policía pudo detenerle con vida utilizando una pistola eléctrica.