Aunque España y Estados Unidos firmaron en octubre del 2015 un principio de acuerdo para que el segundo país se lleve de Palomares (Almería) la tierra radiactiva, lo cierto es que ayer se cumplió medio siglo del accidente que ocasionó la contaminación sin que exista un pacto vinculante. Fuentes diplomáticas estadounidenses han subrayado el deseo de Washington de “resolver de una vez por todas este capítulo de nuestra historia común”.

El 17 de enero de 1966 un bombardero B-52 estadounidense chocó en pleno vuelo con un avión nodrizo en una maniobra de aprovisionamiento, siniestro que provocó la caída de cuatro bombas termonucleares sobre esa zona de Almería. Las bombas no llegaron nunca a explotar, pero dos de ellas liberaron el material radiactivo que poseían.

Este escenario ha sido un punto en la agenda bilateral de ambos países, aunque hasta 2004 las negociaciones para dar una solución a la contaminación de la zona no comenzaron a avanzar.

A mediados del mes de octubre de 2015, el secretario de Estado estadounidense John Kerry viajó a Madrid y finalmente se firmó una declaración de entendimiento que, en realidad, supone más una voluntad de intenciones que un compromiso real por parte norteamericana de llevarse finalmente los residuos. H