Midge, guía de la empresa turística Yacht Charter de Barcelona, y los visitantes que se encontraban en su embarcación de recreo observaron con sorpresa que algo muy grande se movía bajo el agua, muy cerca de ellos, y mostraba una gran aleta dorsal. Fue el pasado 28 de mayo, a una milla náutica del Puerto Olímpico. “Era un tiburón peregrino”, relata Midge, gran aficionado a la fauna marina. “En los cinco años que lleva organizando salidas turísticas por Barcelona jamás lo había visto. Delfines, muchos, y hasta una raya gigante, pero no un peregino”.

El tiburón peregrino es una de las mayores especies de escualo. El avistado por grupo de turistas mide unos cuatro o cinco metros de largo, pero se han observado ejemplares de hasta 12. “Es totalmente inofensivo -comenta Manel Gazo, director de la consultora ambiental Submon y profesor asociado de Biología Animal de la UB-. Se alimenta de plancton que obtiene filtrando el agua a través de sus grandes branquias".

El peregrino está presente en todos los mares templados y fríos del mundo, pero las capturas han diezmado gravemente las poblaciones y ahora está protegido y catalogado como especie “en peligro”. Aunque en el Mediterráneo es difícil de observar, “ocasionalmente se ven algunos, sobre todo en primavera, incluso muy cerca de la costa”, añade Gazo. Frecuenta a menudo las aguas poco profundas. El especialista recuerda que a veces quedan enganchados en las redes de pescadores. “La normativa no permite llevarlos a puerto. No se pueden vender”, insiste.