La Congregación de la Doctrina de la Fe del Vaticano condenó al jesuita Pere Sala a vivir recluido en la residencia de Sant Cugat del Vallés, donde vive por haber abusado de al menos dos de sus alumnos, que eran hermanos, en el colegio Sant Ignasi de Sarrià en los años 80, una pena canónica inédita que levanta la prescripción del delito.

El Superior Provincial de la Compañía de Jesús en España, Antonio España, dio a conocer ayer la resolución del proceso canónico y las medidas que imponen a Pere Sala, que actualmente tiene 95 años.

La sentencia, resultado del proceso contra este sacerdote iniciado a comienzos de este año tras las denuncias de abusos sexuales cometidos a principios de la década de los 80, cuando ejercía como profesor en el colegio Sant Ignasi de Sarrià, incluye prohibir al sacerdote celebrar sacramentos y realizar actividades apostólicas y pastorales públicas.

También le condena a no mantener trato con menores, no conceder entrevistas con medios de comunicación y no tener perfiles en redes sociales, ni ponerse en contacto con las víctimas, ni ausentarse de la comunidad en la que reside sin permiso del superior.

Además, le impone la obligación de hacer llegar a las víctimas una petición escrita de perdón, que, en caso de incumplimiento, supondrían apartarle del estado clerical y de la Compañía de Jesús.