Un almazorense de 42 años ha entrado en prisión, tras confirmar el Tribunal Supremo la condena de cuatro años que le impuso en 2017 la Audiencia Provincial de Castellón por abusos sexuales a una niña de siete años. El hombre, tras conocer el fallo del alto tribunal de Madrid, amenazó a la autoridad judicial con recibir «a tiros» a la Guardia Civil si iban a su casa a buscarlo para llevarlo hasta la prisión.

Los agentes se trasladaron, por orden de la Sección Primera, hasta el domicilio del sentenciado, abriéndoles la puerta la madre de este. Los guardias civiles preguntaron por el pederasta --que responde a las iniciales A.V.M.-- y este salió a la puerta, introduciéndolo entonces en el vehículo los efectivos de la Benemérita.

EL TRASLADO

El almazorense no cumplió con sus amenazas ni opuso resistencia, pero sí levantó la voz al ver a los agentes y clamó contra la justicia, manteniendo que él no había hecho nada y que su encarcelamiento era injusto, según ha podido saber Mediterráneo de fuentes solventes.

A.V.M. fue condenado el pasado año por un delito de agresión sexual. Según declaró probado el tribunal castellonense, el hombre forzó en el 2007 a la sobrina de su hermano, cuando la víctima apenas tenía siete años.

Pese a que el acusado lo negó categóricamente en el juicio, los informes forenses y el testimonio de la afectada (ahora de 18 años) fueron determinantes en el juicio para considerarlo culpable.

Los magistrados le impusieron, asimismo, el pago de una indemnización a la chica, fijada en 10.000 euros por los daños psíquicos sufridos. Y es que, tal y como ya publicara entonces este diario, la víctima padece a consecuencia de la agresión sexual una «sintomatología depresiva con trastornos de la alimentación».

El condenado dijo a los jueces durante la vista oral que «nunca» le había puesto a la mano encima a la niña y que todo era «mentira». El procesado recurrió después el fallo ante el Tribunal Supremo, alegando que no existía prueba de cargo suficiente para condenarlo. Sin embargo, el mismo ha sido desestimado, ya que el testimonio de la víctima y de la madre de esta ofrecen, para los jueces, credibilidad.

La víctima, por su parte, narró en su declaración que sintió mucho dolor. Explicó ante los letrados, el fiscal y el tribunal que para ella el acusado era «como parte de su familia», por lo que se conocían «de toda la vida».

La madre de la menor, por su parte, relató que su hija «empezó a cambiar» tras la agresión sexual y contó que la pequeña tenía ataques de ansiedad. El exnovio de la chica corroboró que ella sentía «miedo» cuando pasaba por la calle Boqueras, donde pasó todo.