Los abusos sexuales a menores de edad en el ámbito familiar son los más traumáticos que existen. La mayoría de las víctimas sufren importantes secuelas psíquicas, fruto de relaciones íntimas incestuosas. Percepción del mundo como peligroso, baja autoestima y desconfianza son solo algunas de las fatales consecuencias que arrastran las víctimas.

Y es que, si una agresión sexual por parte de un desconocido puede constituir un trauma difícil de superar, más duro todavía resulta cuando viene de una persona con lazos familiares. Alguien a quien se quiere, admira y que ejerce una poderosa influencia sobre el afectado/a.

Castellón celebra, con periodicidad mensual, juicios contra padres y abuelos, acusados de practicar tocamientos e, incluso, violar, a sus hijas y nietas.

El psicólogo clínico Carlos Hidalgo asegura que cuando existe un abuso o agresión sexual entre familiares directos podemos hablar de un perfil psicopático. “En el caso de padres hacia hijas estamos hablando de psicópatas en toda regla, de gente desalmada, que es consciente del daño que causa y no le importa. Su única prioridad es su beneficio personal”, señala el experto. Por lo que respecta a los abuelos que abusan de sus nietas, sin haber hecho lo mismo anteriormente con sus hijas, asevera que la agresión responde, principalmente, a dos circunstancias concretas: la primera es la del desarrollo o la agudización, con el paso de los años, de su patología (el deseo sexual por las menores de su familia); la segunda circunstancia es que, al acrecentamiento de su inclinación incestuosa, se le une el incremento del tiempo libre al cesar su actividad profesional por jubilación.

Hidalgo considera que los agresores sexuales que actúan contra familiares directos “no tienen cura por tener el perfil psicológico de un psicópata”, mientras que cree que los pederastas comunes sí pueden reinsertarse con terapia. H