Hay una creencia popular que defiende que, pase lo que pase, la contribución siempre sube. Y los datos vienen a confirmar que la mayoría de los contribuyentes están en lo cierto. Porque si hay un tributo que nunca ha conocido la burbuja inmobiliaria ese es el Impuesto sobre Bienes Inmuebles (IBI). Pese a que en los últimos siete años los valores de las viviendas y las fincas se han depreciado más de un 30% en Castellón, la recaudación del impuesto que grava la propiedad inmobiliaria no ha dejado de engordar. Nada menos que entre 2007 y 2015, los ingresos en la provincia han aumentado un 58%, desde los 147,6 millones a los 233,9. O lo que es lo mismo: los ayuntamientos reciben hoy 86,3 millones más que hace tan solo siete años.

El último informe anual de la Dirección General del Catastro revela que los 135 municipios de Castellón ingresaron el año pasado vía IBI un total de 233,9 millones de euros, la cifra más alta de la historia. Los consistorios emitieron 765.026 recibos, de los que la inmensa mayoría (687.787) fueron de urbana. Por ese concepto se recaudó 218,3 millones, a una media de 317 euros por recibo. Por IBI rústico, los ayuntamientos percibieron 4 millones, mientras que gracias a los bienes de características especiales, los ingresos alcanzaron los 11,6 millones de euros.

SUBE LA CUOTA MEDIA // Los casi 234 millones que los ayuntamientos de la provincia se embolsaron el año pasado gracias al IBI se deben, fundamentalmente, a que la recaudación de los inmuebles urbanos se ha disparado. Un ejemplo. En el 2008, la cuota media por vivienda alcanzaba en Castellón los 247 euros. Hoy es un 28% superior (317 euros), es decir, cada inmueble paga ahora una media de 70 euros más que al principio de la crisis. Y con el IBI rústico pasa exactamente lo mismo. La recaudación ha aumentado un 21% pese a que el número de recibos emitidos ha descendido, desde los 189.754 del año 2008 a los 76.611 de finales del 2015.

El incremento, espectacular, de los ingresos por IBI se explica, en parte, por las subidas constantes de tipos que han aplicado los ayuntamientos en los últimos años. Los consistorios pueden aprobar un tipo entre el 0,4% y el 1,1% y en los últimos años ha habido un alza de impuestos casi generalizado, a lo que se suma también, la subida de entre un 4% y un 10% (en función del año en que se hizo la última revisión del valor catastral) que el Gobierno aprobó a finales de 2011 y se ha mantenido en el tiempo a pesar de su carácter temporal. Por último, también han tenido que ver los planes de regularización puestos en marcha por el Ministerio de Hacienda para sacar a la luz construcciones irregulares e intentar acabar con el fraude.

LA JOYA DE LA CORONA MUNICIPAL // El IBI es mucho más que un impuesto. Para los ayuntamientos (todos) es su niña bonita. A nivel nacional, supone cerca del 60% de los ingresos de los municipios y en Castellón el porcentaje no es muy diferente. Un ejemplo basta para entenderlo. En el 2015, el ayuntamiento de la capital presupuestó unos ingresos de 163,1 millones de euros, y casi 70 millones se recaudaron vía IBI.

Pero es que, además, este tributo ha sido el único que ha aumentado durante la crisis, permitiendo a la mayoría de municipios cerrar ejercicios con superávit. Impuestos como el IRPF, el IVA, y los impuestos de sociedades, especiales, sucesiones y donaciones y transmisiones patrimoniales sufrieron los rigores del crack de 2008 (para escarnio de las comunidades autónomas), aunque en el último año han recobrado tímidamente su impulso recaudatorio por las subidas fiscales y la mejora de la actividad.

Y mientras el IBI no ha dejado de subir, otros impuestos municipales vinculados al sector inmobiliario, como el impuesto de construcciones, instalaciones y obras (ICIO), o el de plusvalías se han desplomado.