Camino de las segundas elecciones generales en poco más de medio año, el día de la marmota se impone. A las puertas de otra tediosa campaña electoral no se vislumbra la salida al callejón. No habrá mayorías absolutas -mucho tendrían que cambiar las cosas de aquí al 26J--, por lo que los partidos sí o sí deberán potenciar la cultura del pacto a la que tan poco acostumbrados están -y así lo han demostrado-- para intentar formar gobierno.

Ante este más que previsible panorama, ¿qué posturas exhiben a día de hoy en nuestros líderes políticos? Mariano Rajoy apela de nuevo al sentido común, sin vetos, para un gobierno de coalición o un pacto con Ciudadanos si salen los números. Tras la decepción de no haber podido sacar adelante la investidura, Pedro Sánchez ya ha tomado su primera decisión estratégica de precampaña y ha vuelto a incidir en su ‘no’ rotundo al PP. Pablo Iglesias sigue obsesionado por el sorpasso al PSOE, ahora con la confluencia con Izquierda Unida y, en su línea, ha prometido que serán “generosos con los socialistas incluso aunque Sánchez tenga unos resultados malísimos”. Y Albert Rivera, que se desmarca del ‘no’ al PP del que ha sido su socio hasta ayer mismo para intentar formar gobierno, reclama regeneración y deja entrever que para pactar con el PP exigirá la cabeza de su líder.

¿Y qué dicen las encuestas? Pues que el PP de Rajoy, quizá el que menos se ha quemado en este largo proceso poselectoral, y al que la corrupción parece no pasarle factura, se mantiene como el partido más votado pero muy lejos de la mayoría absoluta. Que el PSOE, con una fuerte división interna y un líder muy cuestionado por los barones, baja en intención de voto por pactar con el centroderecha de Rivera. Que los de Rivera pierden por pactar con la izquierda de Sánchez. Y que Iglesias, también cuestionado en su entorno más cercano (Iñigo Errejón), por el contrario, mantiene enchufado a su electorado.

Con este rápido análisis de cómo afrontan esta segunda vuelta electoral los principales líderes nacionales, ahora mismo se vislumbra un futuro muy incierto para la gobernabilidad de este país. El bloqueo es un hecho y con él los numerosos proyectos pendientes en la provincia de Castellón, que van camino de eternizarse. Pero no sería esto lo peor. De acuerdo, una minilegislatura, y con un gobierno en funciones, no da para nada, pero vista la discriminación que sufre esta provincia en los diferentes gobiernos cuando se trata de inversiones o de impulsar proyectos, nadie puede asegurar que con un gobierno estable y una legislatura de cuatro años hubiesen cambiado mucho las cosas. Lo dicho. El día de la marmota. Visto el panorama, podríamos estar convocando elecciones cada mes.

¿Y qué piensa el pueblo? Harto y resignado, viendo cómo los candidatos, los mismos que empapelaron con sus caras las paredes hace seis meses y que han sido incapaces de ponerse de acuerdo, siguen a lo suyo. De ahí que el fantasma de la temida abstención ronde la cabeza de todos los partidos. Igual nos hemos acostumbrado a vivir sin gobierno. H