El número de familias castellonenses que carecen por completo de ingresos se ha reducido de forma notable en el último año. Entre junio del 2015 y el mismo mes del 2016 han disminuido en 2.800, lo que supone casi un 20%, al pasar de 14.600 a las actuales 11.800. Se trata de un colectivo que alcanzó su momento más álgido en ejercicio del 2014, cuando llegó a un techo de 15.500 desde el inicio de la crisis. En cuanto al suelo de este dato, que esconde situaciones familiares que en muchas ocasiones rozan la tragedia, se sitúa en el 2007, con la cifra de 6.200, vigente incluso en la época de plena expansión económica.

La principal razón del repunte se sitúa en el descenso del desempleo. De hecho, según los últimos datos hechos públicos por el Ministerio de Empleo y Seguridad Social, el mes de julio se cerró en la provincia con 45.968 desempleados, un 2% menos que en junio, pero un 11,59% por debajo de julio del 2015, cuando eran 51.997, una cifra superior en 6.029 castellonenses.

En todo caso, sindicatos y organizaciones no gubernamentales (oenegés) alertan de forma constante sobre la calidad del empleo que se crea, que sigue precario y con salarios que son bajos.

economía solidaria // Un ejemplo es Cáritas, cuyo director en Castellón, Juan Manuel Aragonés, ya mostró, en la presentación del informe de actividad de la oenegé en el último año, su preocupación por los efectos de la precarización laboral, ya que “tenemos cada día más trabajadores pobres”, aseguró.

Aragonés añadió que esta es la razón que ha llevado a Cáritas se haya incidido de manera especial en la puesta en marcha de medidas que promuevan mejoras en la empleabilidad. En este sentido abogó por la economía solidaria en la que “en el centro de todo estén las personas”, tesis que defiende tradicionalmente esta organización de apoyo social.

La oenegé atendió a lo largo del último año a un total de 22.041 personas, dos mil menos que en el ejercicio anterior. Sin embargo se ha incrementado el número de intervenciones, que se cifró en 134.365. Esto es debido a “una cronificación” de la pobreza, ya que las personas permanecen más tiempo en situación de desamparo y les cuesta más salir, por lo que necesitan más atención. H