Los organizadores de carreras de montaña en Castellón temen que haya un efecto dominó en la cancelación de pruebas este verano ante la previsión de alerta máximo por fuegos. Además, avisan de que, como pasó el domingo con la VI Pujà a Santa Llúcia (Alcossebre), los corredores decidan, tras la suspensión de la carrera al decretar nivel 3 de preemergencia por fuego, salir al monte por su cuenta, como si fuera un entrenamiento voluntario «sin controles de asistencia, ni seguro, ni medidas de seguridad; puede llegar a ser un caos y un peligro de incidente», dice Gustavo Saborido, gerente del club 42 y Pico.

Vicent Cervera, que el próximo domingo dirige la Marxa al Bartolo, critica que «la alerta se sabe el día antes y la carrera ya está lista, con el circuito marcado; la organización no puede prohibir ni incentivar que cada corredor salga por su cuenta, pero es una temeridad a nivel de seguridad».

Arcadi Santamaría, de TdPevents, apunta a que «si la suspensión conlleva la salida al monte de 100 personas, se multiplica el riesgo», preguntando «¿por qué se restringe competir y no entrenar o hacer marchas a pie?». Este verano quedan ocho carreras de montaña en la agenda. «Veremos qué pasa», coinciden.

Santamaría explica que «la normativa, demasiado restrictiva, será más dura este verano, con las previsiones, sobre todo en fines de semana, y comportará un efecto dominó de cancelaciones». Saborido dice que «cuanto más grande sea la carrera suspendida, será peor», y matiza que, «si se van cayendo las carreras una tras otra por esta legislación sin sentido, la gente se pensará mucho en qué prueba apuntarse».