Tras el enconado comité federal de ayer, el PSOE queda oficialmente en situación interna, un convulso estado de provisionalidad en el que va a tener que tomar una decisión clave para desbloquear la política española: qué hacer ante un hipotético nuevo intento de investidura de Mariano Rajoy.

Por lo pronto, el máximo órgano entre congresos del partido aprobó ayer la constitución de una gestora permanente, presidida por el barón asturiano y presidente autonómico, Javier Fernández, que comandará las diezmadas filas del puño y la rosa hasta la celebración del congreso extraordinario, que no tiene fecha en el horizonte porque dependerá mucho del calendario de la investidura y de si, al final, el país queda abocado a unas terceras elecciones en diciembre. Es la tercera vez que el PSOE tiene que entregar sus riendas a una gestora por la dimisión de su secretario general. Le sucedió en 1979, cuando el revés electoral en las generales desencadenó una rebelión interna que desembocó en la (primera) renuncia de Felipe González. Y le volvió a ocurrir en el año 2000, tras la debacle en las urnas de Joaquín Almunia y hasta el congreso que entronizó a José Luis Rodríguez Zapatero.

El próximo sábado se reunirá de nuevo el comité federal con un cometido trascendental: decidir si el PSOE allana con su abstención la continuidad de Rajoy en la Moncloa o si mantiene el no que con tanta fuerza había abanderado Sánchez y obliga a los españoles a votar por tercera vez en un año. Ningún representante del sector crítico se ha atrevido durante esta semana a verbalizar públicamente que esté a favor de abstenerse, pero lo que sí está ya descartado es intentar formar gobierno, pues el partido ha quedado descabezado y sin candidato posible a la investidura.

Ahora mismo resulta imposible vaticinar cuándo podría celebrarse el congreso extraordinario para escoger al nuevo secretario general, entre otras cosas porque el calendario orgánico está por fuerza supeditado al calendario institucional.

Si el comité federal opta por facilitar la reelección de Rajoy, el proceso congresual, que se prevé largo, se podrá poner en marcha de inmediato.

Pero si la decisión es forzar terceras elecciones, entonces el cónclave quedaría postergado, como mínimo, al primer semestre del 2017. Ahora bien, en tal caso, el PSOE debería convocar enseguida primarias para escoger a un nuevo candidato a la Moncloa.

En caso de tener que buscar de inmediato un nuevo presidenciable, las miradas se dirigirán a Susana Díaz, pero también al propio Sánchez.

El secretario general depuesto no aclaró sus planes de futuro, y en su equipo nadie descarta que pueda volver a plantear batalla tras comprobar que cuenta con el apoyo de las bases del PSOE, que le arroparon a lo largo de todo el día frente a la sede de la madrileña calle de Ferraz. En cuanto a Díaz, su entorno siempre ha dejado claro que sus planes pasan por seguir como presidenta de la Junta de Andalucía, lo que resultaría incompatible con ser candidata a la Moncloa. Pero falta por ver si también sería incompatible con la dirección del PSOE, en caso de que no haya terceras elecciones.

En esta convulsa semana, Díaz sugirió por primera vez que estaría dispuesta a ponerse «en la cabeza» del partido si así lo quiere la militancia, aunque las bases parecen ahora mismo más alineadas con Sánchez. H