Fervor a raudales corrió ayer por las calles de Vila-real, coincidiendo con el día grande del patrón de la ciudad, Sant Pasqual. Un fervor que se tradujo en una masiva participación de vecinos tanto en la misa pontifical de la mañana como en la procesión vespertina, en la que tomaron parte directamente cientos de fieles, mientras otros tantos observaron el desfile religioso desde los laterales de las calles por las que discurrió, a la vez que se levantaban al paso de la imagen del santo franciscano en señal de respeto.

El propio obispo de la diócesis de Segorbe-Castellón, Casimiro López Llorente, que también presidió la misa matinal --en la que le acompañaron una veintena de sacerdotes de las parroquias de Vila-real y de otras localidades del entorno, así como varios frailes de la orden a la que perteneció Sant Pasqual-- aprovechó para ensalzar la figura del patrón y realizar un paralelismo entre su vida y las fiestas en su honor.

Tampoco obvió las referencias a la celebración, en este 2018, de los 400 años de su beatificación, y lo puso como modelo a seguir en el día a día del municipio en el que murió en el año 1592.

Una misa a la que no faltaron las autoridades locales, encabezadas por el alcalde, José Benlloch, y la reúna de las fiestas del 2018, Cristina Pesudo y sus damas. Por la tarde, se sumaron a la procesión el presidente de la Diputación, Javier Moliner; y el vicepresidente segundo de Les Corts, Alejandro Font de Mora.

COSTUMBRISMO // El desfile vespertino volvió a hacer visible la devoción que los vila-realenses sienten por su patrón, cuya imagen, a hombros de los portadores ataviados como pastores, recorrió las calles del centro de la ciudad sobre una alfombra de murta.

Como es tradicional, decenas de niños y niñas que acaban de tomar la Primera Comunión se sumaron a la procesión, acompañando las banderas de alguna de las asociaciones sociales y religiosas que asisten a esta cita. Y, de nuevo, volvieron a voltear las campanas de la basílica, tras nueve años de obligado silencio.