Un grupo de personas sin hogar han convertido el entorno de la basílica de Sant Pasqual en el lugar donde pasan la mayor parte de sus días, generando molestias a residentes y a los turistas que se acercan hasta este templo durante agosto, el mes vacacional por excelencia.

Desde la basílica confirmaron al periódico Mediterráneo que no es extraño que haya gente necesitada pidiendo caridad a las puertas de la iglesia, pero que en los últimos tiempos, algunos de ellos «beben mucho alcohol y ha llegado a haber varias peleas entre ellos», lo cual ha alertado al vecindario y ha motivado la presencia policial en alguna ocasión en los últimos meses.

Precisamente, residentes en esta zona de la ciudad aseguran que la ingesta de alcohol por parte de este grupo provoca fuertes olores y suciedad, especialmente en las escalinatas de la iglesia y en los bancos de los alrededores. Se da la circunstancia de que este problema de convivencia se enmarca en el año del centenario del patronazgo de Sant Pasqual en la ciudad, y en un momento en el que desde el Ayuntamiento se quiere potenciar la basílica como destino para el turismo religioso.

MARCHA Y REGRESO

Desde la portería del templo explican que la mayor presencia policial que siguió a la profanación de la eucaristía el pasado 15 de julio había disuadido a estas personas de acudir a las puertas del templo pero que, pasado este episodio, han vuelto a este espacio.

El consistorio es conocedor de esta cuestión, pero pide comprensión porque «no es un asunto nada fácil de resolver». El concejal de Seguridad, Javier Serralvo, afirma que en varias ocasiones se ha propuesto a personas que pedían en Sant Pasqual buscar una solución a través de los Servicios Sociales. Aunque Serralvo afirma que en algún caso se ha logrado, muchos rechazan la ayuda al haber convertido la mendicidad en su forma de vida habitual.

El edil indica que sí que se actúa --y así lo ha hecho la Policía Local varias veces-- cuando se tienen indicios de que los que se encuentran a las puertas de la basílica mendigando son miembros de «pequeñas mafias» que usan a personas, en muchos casos extranjeros, para generar beneficios.