El inicio de las obras que deben dar una respuesta a los problemas que presenta el firme de la calle Ramón y Cajal, desde la avenida de la Murà hasta la plaza Major, se han topado con un escollo. Un obstáculo físico, el desprendimiento de elementos de uno de los edificios más próximos al ágora --el de la antigua sede del Banco Popular-- obligó a instalar hace unas semanas vallas para acotar el paso, cuya presencia ha imposibilitado hasta ahora el comienzo de los trabajos, que fueron adjudicados en noviembre.

Una vez Servicios Públicos dirima cuándo comenzarán las tareas, otra de las dudas en torno a esta actuación era el acceso al aparcamiento subterráneo de la plaza, ya que la única forma de entrar actualmente es mediante el paso por Ramón y Cajal. En este sentido, el edil del área, Francisco Valverde, avanza que no impedirán estacionar en el párking, pero señala que «algunos camiones de grandes dimensiones y peso no podrán pasar». En ese sentido, el edil añade que este viernes está prevista una reunión con técnicos de Policía Local para tomar una decisión definitiva.

El Ayuntamiento anunció que los trabajos comenzarían pasadas las fechas navideñas debido a su proximidad a la Fira de Nadal y la celebración de la cabalgata de los Reyes Magos, pero casi un mes después, esta actuación considerada de urgencia sigue sin fecha exacta en el calendario.

La adjudicación se formalizó a inicios de noviembre del año pasado por un valor total, según recoge la documentación municipal, de 27.136,11 euros --precio ligeramente inferior al establecido en la memoria de valoración del consistorio que estimaba 28.564,34-- a Alviben Obras con un período de ejecución de un mes. El consistorio contrató a esta empresa de las tres especializadas a las que había solicitado presupuesto por «ser la más favorable económicamente a los intereses del Ayuntamiento».

Desgaste del firme

Desde el equipo de gobierno ya indicaron que la calle Ramón y Cajal es un vial con mucho tráfico, tanto de coches como de furgonetas o camiones de reparto de los establecimientos de restauración de la zona. «La verdad es que cuando se construyó la calle fue un aspecto que no se contempló», dijeron.

En este tramo, en vez de poner una «buena solera de hormigón que aguantara», lo acometieron como semipeatonal, con un tráfico normal. «Este material se consolida sobre una capa de mortero y de arena que, según los técnicos, se ha agotado enseguida y no es consistente por lo que las lluvias han ido sacando la tierra», explicó Valverde, quien añade que cuando eso ocurre, desaparece la capa donde se asientan los adoquines, lo que provoca «un desnivel peligroso y muy profundo». Ante esta situación, que puede generar problemas, los técnicos consideraron «urgente actuar».

Fuera de las obras contratadas, ya que entraría en el mantenimiento de sustitución rutinario, otra de las intenciones del equipo de gobierno cuando finalice la renovación del adoquinado de la calle Ramón y Cajal, tiene que ver con los pivotes que delimitan las zonas para vehículos y viandantes. «Si no hay impedimento físico, la gente aparca, pero una vez los retiremos valoraremos otro sistema más fáciles de quitar y más complicado de romper porque arreglamos con frecuencia los bolardos actuales, que se fijan al adoquín con unos tacos normales y cualquier golpe los rompe», argumentó el edil, quien ya afirmó sentirse «descontento» con la solución.