En algunas ocasiones, la memoria transita entre las sombras. La luz no llega a todos los rincones, tanto en la vida real, como en los recuerdos. Y aunque la oscuridad puede llevar al olvido, lo ocurrido no se puede borrar, sobre todo cuando existen personas como Julián García Candau, que en un empeño personal, esta tarde (20.00 horas, Casa dels Mundina) presentará un libro que quiere sacar de la penumbra un relato de Vila-real que pudo quedar apartado, pero siempre estuvo escrito.

Vila-real. Memorias y contramemorias pretende ser un acto de reconciliación con la ciudad de la posguerra española y con los vila-realenses que la protagonizaron y que, por diferentes circunstancias, han sido relegados del conocimiento colectivo. Y asegura García Candau que lo fueron por sus vinculaciones «con el bando de los perdedores». Sea como sea, la tierra puede cubrir a los muertos, pero la memoria los mantiene vivos. Ese es el objetivo de esta publicación.

El autor inicia el relato en un paseo por un Vila-real que quedó grabado en la retina del niño y el joven que fue. Él describe este trabajo como «una relación costumbrista de la ciudad» que conocíó y que «sorprenderá» a muchos vecinos que la habitan hoy, tanto por lo que tiene que ver con las costumbres, la vestimenta o la comida, como por los edificios más emblemáticos --los que están y los que ya no existen--. Una cuestión que aborda en una primera parte, la de memorias, que narra como un paseo retrospectivo desde la calle Major, el Casino Carlista, la Casa dels Mundina... y una amplia relación de rincones y espacios emblemáticos y singulares.

Luz entre las sombras

Pero, la verdadera luz entre las sombras surge en la segunda parte, en la que García Candau recupera los nombres y las personalidades de vila-realenses que merecieron el reconocimiento que les fue arrebatado.

Ese fue, por ejemplo, el destino de Pascual Villarreal, conocido socialista --amigo personal del exministro José Bono, que estará esta tarde en la presentación--, exiliado y represaliado por el régimen franquista por defender sus ideales políticos.

Y pocos sabrán que Vila-real contó con un famoso boxeador, Antonio de la Mata. Acusado de tener amistades entre los rojos, fue encarcelado y, a pesar de contar con un indulto, murió tiroteado en la prisión al negarse a presentarse ante un paredón que nunca le correspondió, como a tantos otros.

Por todos ellos y muchos más, su memoria queda escrita.