El boniato, como la patata, forma parte de la familia de los tubérculos y llegó a España de América tropical de la mano de Cristóbal Colon. Ambos productos se distinguen fácilmente por el tamaño y la forma. El boniato tiene la piel más gruesa y es de forma más alargada, aunque la principal diferencia es el sabor dulce que tiene el boniato.

Cuando compremos boniatos en las paradas de los mercados municipales tendremos en cuenta que sean ejemplares de aspecto firmes, que no se doblen fácilmente y que su piel sea lisa y sin marcas. Una vez en casa, los guardaremos en lugar ventilado y sin amontonarlos y así conservarán todas sus propiedades hasta dos semanas. Los podemos cocinar y guardar en el frigorífico hasta 8 días y luego atemperarlos en el horno o microondas.

MÚLTIPLES PREPARACIONES

Al igual que la patata, el boniato es muy versátil y admite muchas preparaciones tanto dulces como saladas. Es un alimento económico y energético. Antes de cocinarlos hay que lavarlos muy bien para eliminar la tierra, cepillándolos si fuera necesario bajo el chorro del grifo.Se pueden cocinar al horno, asados a la brasa, en puré o en confituras dulces y son excelentes preparados fritos como papas crujientes, espolvoreados con escamas de sal que contrastan con su sabor dulce. En guarnición acompañan platos de caza y suavizan y dan elegancia a estas preparaciones de sabores potentes. Es ingrediente muy habitual en muchas recetas de repostería tradicional y dulces. Si los asamos a baja temperatura (menos de 100º) durante más tiempo resultan más dulces y sabrosos.