Tardes como la de este domingo son las que hacen afición. Y las que necesita la Fiesta. Se palpaba en el ambiente la expectación, los aledaños del coso eran un río de gente bien vestida, alegre y predispuesta para el espectáculo. El cartel de la feria, el más esperado. Y un cuarto de hora antes de que sonara Pan y Toros se colgó el ansiado cartel: Localidades agotadas para el festejo de hoy. Tan deseado como esperado. Y necesitado. 

El agarrón se lo llevó Manzanares. De largo. Le dio un repaso a Roca Rey tremendo. Asumió la rivalidad del mano a mano y se lo tomó como tal. Ni un resquicio de duda en sus faenas, rotundas y redondas, que alimentaron todavía más ese idilio con esta afición. Le ganó el pulso a un Roca Rey que tuvo que tirar de efectismo, por la vía de la emoción si usted quiere, para no quedarse atrás en el premio y acompañar al de Alicante por la puerta grande. Pero no fue ni de lejos el Roca Rey arrollador, más bien pareció naufragar en un quiero y no puedo, incluso asumió su derrota cuando tiró la toalla frente al sexto. ¿Inconformismo o frustración? 

Manzanares puso la tarde cara con su primer oponente, un gran toro de Garcigrande con el que rayó a la perfección y donde hizo méritos para cortar el rabo. Jordi Juárez

Manzanares puso cara la tarde de primeras frente al toro de Garcigrande. Lo echaron las cuadrillas por delante, quizá por tener menos confianza, y fue a la postre, el mejor toro de la tarde. En otro orden de función, hubiese sido de indulto. Y faena de rabo. Soberbias las verónicas de Manzanares, suaves, despaciosas, sentidas. Embestía el toro humillado con una clase excelsa. Cada vez mejor, y cada vez con mayor donosura Josemari. Cambió el tercio con un puyazo, quería cuidar al toro. ¿Se agarró a ello el presidente para no darle la vuelta al ruedo? Quizá. Saludaron en banderillas Mambrú y Luis Blázquez. Toro importante este de Garcigrande, de galope franco, encomiable son y ritmo superior. Se abría en los vuelos de la muleta de Manzanares, redondo con el toro, que lo cuajó de principio a fin. Hubo profundidad en los muletazos y sentimiento en los cambios de mano. Todo con mucha expresión y la elegancia innata. En la misma boca de riego, donde mueren los toros bravos y tras un pequeño atisbo de indulto, le recetó Josemari una fulminante estocada recibiendo. Dos orejas. Petición de vuelta al ruedo al toro que denegó el palco de manera incomprensible. Para el recuerdo este Apreciado de Justo Hernández, gran ganadero. 

José María Manzanares eufórico tras despachar al primero de la tarde en el centro del ruedo con una espectacular estocada al recibir. Sara de la Fuente

Pero el recital manzanarista no acabó ahí. La faena al quinto se vivió con la intensidad de una obra grande. Dos buenos pares de banderillas le sopló Dani Duarte al de Jandilla, que saludó junto a Blázquez. Y a partir de ahí, con la diana floreada de El Soro, despertó la faena. No había terminado de definirse el toro, incluso le hizo un extraño a Mambrú en la brega. Abrió la faena de muleta Manzanares con un trincherazo soberbio y un cambio infinito convertido en circular. Y sonó La Concha Flamenca, que le dio aires de grandeza a la obra. Manzanares se inspiró entonces ante el jandilla. Redujo la velocidad de la embestida. Todo muy natural, con elegancia. Llenando el escenario. Le adelantó la muleta el de Alicante y se lo trajo toreado hasta el final. La plaza en pie. El natural surgió sin crispación, con los vuelos dirigiendo la embestida. A más el toro, que sacó fondo de bravo. Y el feliz desenlace con un estoconazo hasta los gavilanes. Dos orejas y vuelta al ruedo al toro, de nombre Soberano, nacido en diciembre de 2016, nº 125, y de 543 kg. 

El quinto de la tarde fue un buen toro de Jandilla, premiado con la vuelta al ruedo, al que Manzanares administró extraordinarios naturales. Sara de la Fuente

Salió espoleado Manzanares en el tercero de la tarde, asumiendo el compromiso de la competencia como significado principal de un mano a mano. Le recetó tres largas en el tercio abrochadas con verónicas y la media. En pie el público. El astado de Luis Algarra tuvo codicia y una embestida un punto áspera, punteando los engaños a veces. Pidió mano baja y el toreo por abajo. Hubo tandas limpias y otras no tanto, irregular la embestida y también el trasteo del alicantino. Mató de una buena estocada al segundo encuentro.

Rey del valor

Fue bueno el segundo del festejo, de Luis Algarra, al que Roca Rey le dio espacio y tiempo. Requería el toro venir gobernado y fijado en la muleta para emplearse mejor, y así lo hizo el peruano, que perdió un paso para quedarse colocado y obligar al toro a embestir sin solución de continuidad. Sin soltar la embestida, a modo de rueda, pegajoso. No caló ese toreo, sí las bernadinas finales de infarto cambiando el viaje y que parecía tener controladas, sin dejarlas al azar, y que fue, junto con la estocada, lo mejor de la faena y lo que le valió para cortar las dos orejas solicitadas por el respetable.

Roca Rey brilló con el segundo de la tarde, un ejemplar de Luis Algarra al que consiguió cortarle las dos orejas. Jordi Juárez

Fue un toro alegre y de viva embestida en los primeros tercios el precioso cuarto, de Garcigrande. Saludó en banderillas Sergio Aguilar aprovechando esa movilidad. Punto tardo, cuando embistió lo hizo con franqueza. Roca Rey aplicó su tauromaquia de planta asentada a plomo, compás abierto y mano baja. Un escorzo su figura. Abundante en sus pasajes, hueca de emoción y con poco calado. Pareció medirlo el público de Castellón y Roca sintió el peso de la púrpura. La estocada, tendida, de rápido efecto, fue clave para que le concedieran una oreja, protestada por un sector. Si esperaba el aficionado la versión más de infarto de Roca, esta vez no se la ofreció el torero. No paseó la oreja. 

Después de la tormenta apasionada del quinto llegó la calma del que cerró plaza. Pareció no sentir el hierro Roca Rey ante un vegahermosa que tuvo sus teclas. Esperábamos que Roca se pusiera en su sitio y defendiera su trono de mandamás. No pareció convencido de ello. Lo fijaba el torero cuando quería venirse cruzado. No siempre ordenó la embestida, cuyos muletazos tuvieron mejor embroque que finales. Se descomponía el torero y también el toro, que embestía sin ritmo. Pareció no encontrar solución, que esta vez incluso desistió del toreo de recursos efectistas. Mató mal. A esas horas ya pensaba que su salida a hombros iba a tapar su ausente empeño en la remontada. Pero ese no es Roca Rey llamado a reinar en el toreo. Así no.

El martes, Miura

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