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BALANCE DE LA SERIE

'La materia oscura': mucho más que un remake de 'La brújula dorada'

La BBC y HBO se atreven a llegar hasta donde Hollywood no quiso por las presiones de grupos religiosos

'La materia oscura': mucho más que un remake de 'La brújula dorada'

Doce años después de la fallida (pero no desastrosa) adaptación de universo de Philip Pullman al cine (‘La brújula dorada’), la BBC y HBO, asociadas en el reto, lo han logrado: llegar hasta donde Hollywood no se atrevió. Aun con escenas, situaciones, descripciones y diálogos coincidentes (allí donde tanto una versión como la otra son escrupulosamente fieles a la primera novela de la trilogía ‘La materia oscura’, ‘Luces del norte’), la T1 de la versión televisiva es mucho más que un ‘remake’ de la película de Chris Weitz que tuvo a Nicole Kidman de cabeza de cartel.

La recepción de la audiencia ha reproducido lo que sucedió en el 2007. Éxito respetable en el Reino Unido (BBC One), donde son un objeto de culto los tres libros protagonizados por Lyra Belaqua en un universo alternativo donde el alma de las personas está desdoblada en forma animal, compañero inseparable y voz de la conciencia. Allí superó los nueve millones de espectadores en el primer episodio y ha oscilado en torno a los siete en los siete restantes). Pero una recepción mucho más tibia (en torno a los 400.000 usuarios de HBO) en EEUU, donde grupos religiosos tienen en el índice de libros prohibidos esta trilogía de fantasía juvenil más que atea, ateísta.

New Line Cinema eliminó en su adaptación la existencia de universos paralelos, dejó fuera de la película el dramático final del primer libro e intentó maquillar cualquier similitud entre cualquier iglesia cristiana reconocible con el Magisterio (la jerarquía religiosa que domina inquisitorialmente el mundo donde se inicia la saga), disfrazando a su clero a medio camino entre el fascismo, la tripulación de la Estrella de la Muerte y los entorchados de los atreidas en el ‘Dune’ de David Lynch. Aun así se tuvo que enfrentar a una dura campaña de movimientos integristas que parece que sabían mucho mejor que los productores dónde se habían metido. Y la segunda película ya no llegó.

‘La materia oscura’ puede alzar mucho más el vuelo, de los animalillos parlantes a los ángeles caídos, en las temporadas que sí abordarán como territorio virgen los dos siguientes volúmenes de Pullman, ‘La daga’ y ‘El catalejo lacado’. Pero también supera con notable el desafío de la primera temporada, no caer en el aburrimiento del déjà vu. Para marcar territorio, abre con una escena de la reciente precuela ‘La bella salvaje’. Viaja sin miedo, ya desde los títulos de créditos, por la trama de universos paralelos. Restaura (el duelo de los osos de Svalbard) el orden argumental de Pullman. No hurta el doloroso final. Hace menos maniqueo el reparto de maldad, remordimientos e idealismo entre Lord Asriel y Mrs. Coulter (mucho mejor en sus respectivos papeles, por cierto, Ruth Wilson que Nicole Kidman, Lin-Manuel Miranda que Sam Elliot y James McAvoy que Daniel Craig; mientras, Dafne Keen está a la altura de Dakota Blue Richards como Lyra Belaqua). Ya visualmente, la descripción del Magisterio es mucho más valiente: referencias a la cruz, arquitectura digna de la Cienciología y vestiduras clericales a medio camino entre la sotana católica y el hábito de pastor puritano, que por algo Pullman situó su ‘vaticano’ alternativo, fundado por el papa Juan Calvino, en Ginebra. Los productores parecen dispuestos, esta vez sí, a seguir escalando por el crescendo militantemente deicida, una versión rebelde del ‘Paraíso perdido’ de Milton, que trazó Pullman.

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