El Periódico Mediterráneo

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Tú y yo somos tres

La crítica de Monegal: Cofradía del bizcocho, ‘soufflé’ de famosillos

Monegal: TVE Bake Off.

Esto del concurso de pastelitos que emite La 1 de TVE (‘Bake off, famosos al horno’) es un programa de textura tan vaporosa, ingrávida y evanescente que tienen que montar un carnaval, y disfrazarles, para que los espectadores no nos durmamos. No es dañino ver durante dos horas y pico a unas cuantas criaturas haciendo tartas y dulces, pero puede llegar a ser muy aburrido.

Esta semana a ellas les han colocado hábitos de monjas, y a ellos, túnicas frailunas. Y les han proporcionado guiones para entretener al público. La concursante Alba Carrillo decía: 'Yo soy Sor-Rita' y lo pronunciaba con ‘Z’, o sea: 'Zor-rita'. Y Yolanda Ramos añadía: 'Yo soy Sor-da'. Y se reían mucho. Bueno, con el prefijo ‘sor’ se pueden hacer muchos chistes. Desde ‘sor-presa’ hasta ‘sor-dina’, pasando por ‘sor-tija’. Y para añadir un toque sentimental y emotivo a Rociíto Carrasco le enseñaban fotos de cuando era pequeñita, con su madre, y se emocionaba mucho. Y Terelu hizo una tarta con 82 velitas, los años que tenía su madre al morir, y también hubo lágrimas muy emotivas.

Años atrás una variante de este programa se emitió en la cadena Cuatro. No triunfó. Si lo hubieran pasado a Telecinco a Rociíto y a Terelu les habrían sacado dos tartas. De una saldría dando brincos Antonio David, y de la otra, Bigote Arrocet, y hubiesen montado una tangana feroz y canallesca. TVE trabaja otro estilo. Repostería que no amargue. Mantecados y empiñonadas con mucho azúcar. Tampoco es que sea muy bueno el azúcar para la salud. Pero al menos en la televisión pública evitan la basura.

¿OS HABÉIS COMIDO A MI HIJO? .– Cambio de registro. No vean ni un miligramo de intolerable frivolidad que después del ‘Bake off’ pase a hablarles de la entrevista de Jordi Évole (La Sexta) a tres supervivientes de la Tragedia de los Andes. La actualidad televisiva me empuja. Hablaba Évole con los Strauch, tres primos hermanos, de cómo lograron sobrevivir. Fueron ellos los que utilizaron la palabra ‘antropofagia’ para explicar la única forma que tenían de mantenerse vivos. Uno de los Strauch contó un instante terrible. Cuando llegó el primer rescate, el padre de otro muchacho que viajaba en el avión le dijo: «¿Puedo ir a la montaña a buscar a mi hijo?». Y Strauch añadió: «Me estaba diciendo, de otra manera, ‘¿Os habéis comido a mi hijo?’». Esa noche, en casa, nos costó poder dormir.

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