Rodrigo Rato ha dado que hablar estos días. El domingo 5 dejó dicho que aceptaría suceder a Aznar y éste le mandó el miércoles un recado: "Os quiero a todos hablando de cosas serias y no de planes de belleza en siete días". "Si alguien no necesita ningún plan de belleza en siete días --escribía ayer Pedro J. Ramírez en El Mundo-- es quien ya ha demostrado que puede ser la reina de la pasarela siempre que se lo proponga. Lo que ocurre es que, como ha escrito Raúl del Pozo, Rato ha querido comenzar el año marcando paquete Esta tesis la apuntalaba Lucía Méndez: Rato, según "los ortodoxos del aznarismo, ha asumido una estrategia suicida", la de perseguir la Moncloa como el capitán Acab persiguiera a Moby Dick.

Para Ernesto Ekaizer (El País), "Rato cometió un error de cálculo", el de salir a un escenario reservado a Ana Botella y a Ángel Acebes y José María Michavila, los rostros de los planes de rigor penitenciario para terroristas y delincuentes. Para Ekaizer, "si uno analiza escena a escena y personaje a personaje, la política española parece una coproducción franco-americana. Aznar interpreta a Bush y, atención, que la guerra contra Irak todavía está al caer; Acebes y Michavila hacen el personaje del ministro francés Sarkozy. A Martín Villa le acaba de tocar el de Kissinger". Tenga el final que tenga, Ekaizer lo tiene claro: "Rato no va de farol".