En las bibliotecas que guardan los informes anuales de Amnistía Internacional (AI) sobre las violaciones de los derechos humanos en el mundo, el ejemplar del año 2003 será de doble grosor que los de años precedentes. Muchos países están aprovechando la guerra para recortar las libertades fundamentales y para violar los derechos humanos.

No son países de los que, por ser de escasa influencia en el mundo, Aznar no quiere como asociados de España. Entre los violadores de derechos humanos figura Estados Unidos, a los que nuestro país ha sido entregado de cuerpo y alma. El presidente Bush no quiere corsés que le impidan hacer lo que le dé la gana. Si el derecho de asilo es consustancial con la historia norteamericana, los aspirantes a encontrar un refugio seguro en el siglo XXI tendrán que llamar a otra puerta. Sobre todo si proceden de un país musulmán.

Si la Libertad que se alza frente a la isla de Manhattan pudiera hablar, diría que Bush la violó y la sometió a toda clase de sevicias. Por ser francesa, en primer lugar, y después porque es un vicioso del sadismo. El presidente de EEUU está ofreciendo un mal ejemplo al mundo, y no ha de extrañar que, en un primer balance, los otros dos socios en la coalición, Aznar y Blair, figuren entre los mandatarios que violan las normas de las que AI es vigilante y defensora. En España, la policía ha hecho un uso desproporcionado de la fuerza contra los manifestantes y en el Reino Unido se ha restringido el derecho de manifestación.

Que no extrañe lo que ocurre en países que "no sirven ni cuentan", en expresión del inquilino de la Moncloa. El ejemplo que reciben no puede ser más lamentable. Entre los tres países se ha satanizado una palabra hasta ahora respetada: pacifismo.