La expresión está cada vez más en desuso y ello pone en evidencia la avanzada homogeneidad social que hemos alcanzado. El milagro ha sido posible gracias al tremendo esfuerzo de tres generaciones y a nuestra ubicación histórica y geográfica en el marco europeo.

Hasta ayer mismo, una parte del país vivía siempre esperando que se diera la vuelta a la tortilla y otra esperando que esto no pasara. El suculento alimento giraba de vez en cuando y la calidad de vida de los valencianos podía mejorar o muchas veces empeorar sin relación con quienes fueran los "buenos" o quienes fueran los "malos". Los conceptos tribales de nosotros y los otros, solo reflejaban la lucha por el dominio de unas castas frente a otras. Incluso en el periodo de casi un siglo de "lucha de clases" al final pudimos comprobar que simplemente los nuevos tiranos sustituían a los anteriores. Todo ello sin negar la "buena voluntad" que debió guiar a muchos de ellos, pero evidentemente solo son dos palabras que no justifican las barbaridades que se cometieron, como "dios, patria, fueros, rey" que son cuatro palabras, no podían ocultar las terroríficas acciones que en su nombre se cometieron. Los ciudadanos de hoy ya no necesitamos simbologías ridículas ni truculentos enfrentamientos, aunque se nos quieran seguir proporcionando.

La tortilla ya está hecha por las dos caras y cada vez es y seguirá haciéndose más grande, con altibajos pero más buena y para más comensales.

Garantizar que aumente el volumen de riqueza disponible es una obligación de cualquier gobierno y en nuestra estructura política el incremento de bienestar debe llegar por dos vías. En primer lugar y con todos los medios disponibles, facilitando que el sistema productivo no desperdicie ni capital humano ni capital físico. En segundo lugar, asegurando que ese esfuerzo colectivo de los valencianos, se incremente con el máximo posible de aportación de otros territorios y otras sociedades. Aquí el otro si que es evidente y no excluye los márgenes de solidaridad activa que nosotros decidamos.

Desde el Bloc pensamos que no hay que dar la vuelta a nada, que lo nuevo y lo necesario es básicamente lo que la sociedad valenciana puede y debe aportar y sobre todo lo que debe recibir.

En definitiva responder de los intereses valencianos ante los valencianos.

No hay que pedir explicaciones, ¿para qué? Por la reiterada insolidaridad de muchos vecinos geográficos. Nos hemos de preguntar nosotros los castellonenses ¿por qué nuestro nivel de exigencia es tan bajo con los que tienen obligación de corresponder a nuestra aportación al esfuerzo colectivo? Desde la Generalitat hasta la Comisión Europea pasando por el Gobierno de España.