La historia nunca se repite. Pasan los años, pasan los veranos, y ninguna historia es idéntica a la que ocurrió antaño. Las personas también pasan, permanecen los bienes inmuebles, tú, lector también vas pasando, te transformas, engordas y adelgazas, modificas tu cuerpo en función de unos objetivos, un momento de tu vida que ¿te das cuenta? ya no es el mismo que cuando leías la línea anterior.

Y el verano está con nosotros. Cenaremos el 472 en La Rúa, beberemos gin-tonics en Acapulpo, bailaremos en Plastic y remataremos la faena en Sal & Sal o en La Antigua. Como el tiempo pasa, el reloj de la vida es imparable, tendremos más ganas de vivir la noche, aunque diferente, porque todo verano no es igual. Aunque hay cosas que permanecen y perduran.

Perdura el aburrimiento de un Benic ssim soso y monótono, sólo modernizado con el FIB. Perdura el dueño del kiosco de prensa, pese a que cambia la chica rumana que te atiende. Perduran los abuelos que pasean frente a Heliópolis, menos porque este invierno alguno la ha cascado. Perdura la siesta del vecino en la terraza, la charla con el guardián de la finca, los niños que juegan a Marco Polo en la piscina, es decir, el verano pasa aunque todo lo que te rodea sigue casi igual. Hasta Benic ssim vuelve a tener alcalde comunista.

¿Se repite o no la historia? Sólo depende de ti, de las ganas de romper la rutina y de lo que te dicta el corazón y la inteligencia. Francesc manda, otros hacen bocatas, todos los peculiares personajes de tu verano siguen como siempre. O lo que es lo mismo, si no te marcas retos nuevos e ilusiones, este verano pasará cómo pasa tu tediosa vida.