Polémico y controvertido, Jesús López, presidente de la Junta de Fiestas, está siendo la diana sobre la que apuntan los dardos de la críticas a las recientes fiestas de la Magdalena. De todo lo malo, que lo habido como también en pasadas ediciones de los festejos magdaleneros, no tiene la culpa. No la tiene en el tema de la ubicación de los recintos festeros fuera del centro urbano. La decisión es municipal y al Ayuntamiento habrá que pedir responsabilidades del porqué quiere la fiesta fuera del perímetro urbano. López no es más que ejecutor de órdenes municipales en esta materia. El consistorio sabrá el porqué no quiere enfrentarse al problema de base de colocar el ambiente de la fiesta bajo las casas de muchos castellonenses, en aras a una "atención a los vecinos", como afirmó eufemísticamente Gimeno ayer a la claudicación del consistorio a las presiones vecinales, para la no instalación de mesones y carpas en sus calles y plazas.

Sobre su enfrentamiento con la organización de la Feria Alternativa, habrá que recordar que no sólo no ha querido saber nada de esta iniciativa, sino ha sido el primer presidente de la Junta en denunciar abiertamente que la citada feria "es un negocio y no aporta nada a la fiesta". Y es verdad. Otros presidentes no lo hicieron, con la rémora de soportar las exigencias de Xaro Gutiérrez y su gente. Lo de la lluvia y el mal tiempo es mala suerte.