Josemaría ha puesto el epitafio a la Comisión que investiga la matanza de Atocha y el desastre de nuestros militares con Turquía: "¡Dejad en paz a los muertos!", sobre todo si los muertos son ajenos y han muerto bajo la responsabilidad de alguien. ¿O los difuntos lo son sin más, aunque haya una pistola que dispare? Josemaría podría haber estado más bíblico: "Dejad que los muertos entierren a sus muertos" o más castizo: "El muerto al hoyo y el vivo al bollo". Siempre hay responsabilidades en una sola muerte o en la masacre colectiva. Otra cosa es no quererse enterrar y encoger los hombros, acudiendo a la fatalidad o a la voluntad de Dios. Sobre todo es más cómodo. Estoy conforme con Josemaría: La Comisión que debe aclarar lo que sucedió el 11-M, no sirve para nada que no sea engrescar a los señores diputados, los que mintieron y los que no mintieron para llegar a las conclusiones que todos sabemos o intuimos y cuyos resultados prácticos estamos viviendo, unos con mejor talante que otros. Los muertos ahí están y estarán para siempre y la Comisión les puede concelebrar una misa o puede que cante alguien algún clérigo musulmán. Y poco más, sin que el asunto interese más que los protagonistas, a los culpables, si los hubo, y a los inocentes, si existieron. La otra Comisión, la que implica al Ministerio de Defensa, suscita la curiosidad morbosa general y el dolor y la indignación de los parientes engañados chapuceramente por los muertos cambiados de familia y de tumbas. Las familias, tienen derecho a saber, qué menos, aunque los muertos entierren a sus muertos.