Bravo para el ayuntamiento zaragozano, que ha aprobado una iniciativa del equipo de Gobierno, según la cual las 86 calles que han de componer un nuevo barrio llevarán los nombres de películas de cine.

Se ve bien claramente que el alcalde Belloch quiere la felicidad de los suyos, pues no cabe duda que vivir en una calle que luzca el glorioso nombre de Qué bello es vivir ha de ser mucho más gratificante que residir en una que figure en el nomenclátor con el nombre de un tipo que pocos saben quién fue o una fecha en la que no se sabe muy bien qué ocurrió. Peor aún si el personaje o la fecha son conocidos y resulta que su recuerdo es hiriente para un sector de la población, como ocurre en muchos pueblos y ciudades de España.

Pero no se crea que la decisión ha sido unánime. El PP, tan de la manga ancha con las plazas del 18 de julio y las avenidas del Generalísimo Franco, del Caudillo o de cualquier sublevado en 1936, ha votado en contra de la proposición, igual que los aragonesistas folclóricos del PAR. Si en Hollywood quieren agradecer el gesto a la corporación zaragozana, que sepan que la idea sólo ha contado con el apoyo del PSOE y de la brava gente de Labordeta, que dice siempre las cosas claras y nunca va con embudos.

Con el mayor respeto para todos los filmes, porque estamos en un país libre, se pueden poner objeciones a ciertas películas, como las posibles causantes de angustias y ansiedad en el vecindario. Las de Hitchcock, por ejemplo, entre ellas Con la muerte en los talones.

Pero hay un amplio repertorio en el que escoger y no ha de haber problema en calles de títulos relajantes como la citada Qué bello es vivir o Vive como quieras. Los pisos tendrán una plusvalía desde el primer día.