Al nuevo inquilino de la plaza María Agustina la delincuencia le está dando más dolores de cabeza de los previstos, casi los mismos que él mismo está produciendo a algún que otro socialista en la sede de la calle Carcagente. Juan María Calles (Cáceres, 1963) acaba de sorprender a propios y extraños con unas declaraciones en las que califica de "ridículas" las cifras de fuerzas de seguridad con que cuenta la provincia de Castellón.

A este poeta metido a político en la Subdelegación del Gobierno no le cuadran los números ni los resultados, a tenor de los datos de este año. Lo fácil ahora es recurrir a la manida frase de que es una herencia de su antecesor del PP, pero cuando faltan pocas fechas para cumplir los 100 días al frente del cargo ya le ha dado tiempo para adoptar alguna medida que contribuya a evitar que los delincuentes hagan su agosto en el mes de julio.

La falta de soluciones policiales de los exgobernadores civiles obligaron a los vecinos de zonas rurales a inventar fórmulas folklóricas como hacer sonar en los altavoces de la plaza el carro de Manolo Escobar con el objetivo de poner en alerta al vecindario sobre la presencia de individuos sospechosos. El profesor Calles, que ya ha puesto el grito en el cielo para que Madrid le atienda, debe emplear todo su empeño en soluciones válidas, porque a los municipios sólo les queda cambiar el disco por bulerías de Bisbal.