Al final, la votación del llamado plan Ibarretxe, el próximo día 30, será asunto de formaciones políticas de ámbito estrictamente vasco, con la excepción de Ezker Batua. Lo que, de entrada, significa un doble fracaso político para el lendakari y su plan. En efecto, tras presentar en el Parlamento vasco el plan de su Gobierno, tanto el PP como el PSOE-PSE no solamente se colocaron en contra, sino que añadieron que ni iban a entrar a discutirlo. Por razones procedimentales y de fondo. Argumentos de procedimiento, porque un plan de renovación se hace entre todos, hoja inicial en blanco y no basándose en un documento exhaustivamente detallado y unilateralmente nacionalista, cuestiones en las que llevan no poca razón, aunque el nacionalismo arguya que venían de un periodo en el que eran acusados de "ambiguos".

Pero el PSOE-PSE y PP también tienen razones de fondo para oponerse al plan Ibarretxe. Según ellos, divide al País Vasco en dos y separa a Euskadi de España, cuestiones éstas que creo, sin embargo, que son rebatibles. En cualquier caso es evidente que Ibarretxe no ha logrado en estos años mover un ápice los planteamientos del PP y PSOE. Desde ese punto de vista ya cabe decir que el plan Ibarretxe ha fracasado.

Recuérdese, también, que el triunfo nacionalista de mayo de 2001 fue consecuencia de dos grandes factores. En primer lugar, no tanto de las virtudes nacionalistas, en horas bajas después de Lizarra cuanto del fantasma de la coalición de Mayor Oreja y Redondo Terreros (ambos fuera del ruedo político vasco en la actualidad), demonizando, en una prolongada campaña mediática, a todo el nacionalismo vasco (difícil de olvidar aquello de "nazi-nacionalista vasco"). En segundo lugar, por la promesa del lendakari de no contar con los votos de HB para hacer política. Pues bien, hoy casi cuatro años después, que el plan Ibarretxe salga adelante depende exclusivamente del voto de HB el próximo día 30. También desde este punto de vista, no solamente el plan Ibarretxe, sino toda la legislatura, en lo político --porque en los demás Euskadi va bien, que diría un recordado expresidente aplicado a España-- habrá sido un fracaso.

Entretanto, el PP ha perdido las elecciones y, lo que es peor, no se ha librado de un Aznar enrabietado. Rajoy en Madrid lo tiene muy difícil. En el País Vasco, aunque no siga Mayor Oreja, los que mandan son de su cuerda: fundamentalistas antinacionalistas, y los que no lo son, que los hay, siguen callados y agazapados. Pero el PP es imprescindible, como me decía un parlamentario del PNV, aunque al día de hoy nada se pueda hacer con ellos.

A Redondo Terreros le ha seguido Patxi López, y aquí el cambio se ha notado hasta el punto de que, aunque al término de la legislatura y fuera del Parlamento vasco, han presentado unas Bases para la actualización y reforma del Estatuto de Autonomía, lo que obviamente no ha sido bien acogido por el PP y HB y con reticencias por otros: muchas en la coalición PNV-EA-IU, y algunas, aunque significativas, en el PSE y más aún en el PSOE. Me he manifestado en un artículo ad hoc sobre este texto. Traslado aquí mi conclusión al mismo que es casi igual al que escribí dos años antes al comentar el plan Ibarretxe: "El plan que proponen los socialistas vascos, con acomodaciones y rectificaciones, desde una perspectiva marcadamente socialista, es un buen documento de trabajo que va en la dirección que permitiría dar salida, al menos para una generación, con el contencioso político. Desgraciadamente llega demasiado tarde y, esta propuesta para ´hacer una sola comunidad´, como dicen en el punto B-I, también nace muerta". (El Correo/Diario Vasco, 21/12/04)

El fondo del asunto viene de que ambos planes sitúan el problema donde no tiene solución: en la cuestión de la soberanía. Más explícitamente Ibarretxe, aunque él nunca habla de soberanía (pero significativos líderes nacionalistas, sí), sino de cosoberanía o soberanía compartida, en contra de la machacona atribución de soberanista a su plan. El plan del PSE tampoco habla de soberanías, sino que insiste en los principio de subsidiariedad y solidaridad, lo que apoyo con firmeza, así como en la noción de comunidad nacional, pero algunos socialistas de peso ya han salido diciendo que la soberanía está solamente en España, y punto. Puestas así las cosas, se sitúa el problema donde el Movimiento de Liberación Nacional Vasco (MLNV) quiere que se sitúe: en una confrontación entre Euskadi y España.

Por eso ahora, una vez más, están todos pendientes de lo que vaya a hacer HB el día 30. Arnaldo Otegi ha anunciado, el martes pasado, que su grupo no apoyará el plan Ibarretxe si éste se limita a la comunidad autónoma vasca. Si así ocurre, sería una bicoca para el Gobierno vasco, pues podría argumentar que su plan no salió adelante porque el PP y el PSOE no quisieron entrar a discutirlo y que siempre habían afirmado que no hacían política con HB mientras no condenase la violencia de ETA. Así el tripartito se asegura la centralidad de la sociedad vasca, mayoritariamente nacionalista --no se olvide nunca--, y vuelve a ganar las elecciones.

La sorpresa puede surgir si en el debate se hace alguna concesión a HB que facilite su voto favorable, por parte del tripartito, o por algún portavoz nacionalista. Sería su suicidio y el del nacionalismo moderado. La otra sorpresa puede venir de que se escapen dos votos de HB. Sería una puñalada trapera del MLNV al nacionalismo democrático, pero no la primera. En definitiva, el nacionalismo está en manos del MLNV.