El primer debate electoral entre José Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy no defraudó a una audiencia que se presume millonaria. La estructura del cara a cara, correctamente moderado por Manuel Campo Vidal, permitió que los líderes del PSOE y del PP entraran con notable vivacidad en casi todas las materias que han presidido el largo debate preelectoral: economía, educación, inmigración, terrorismo, política territorial, etcétera. La táctica de Rajoy, el aspirante, fue atacar desde el principio, erigiéndose en portavoz de los males que afectan "a todos los españoles". Pero en muchas fases del debate Zapatero supo bloquear esos ataques estableciendo una pinza entre datos de sus cuatro años de gestión --especialmente contundentes en economía-- y referencias negativas a las dos legislaturas de gobiernos del PP.

Eso es lo que permitió al presidente del Gobierno ganar el debate a los puntos, es decir, sin llegar a noquear a su rival. Este juicio de emergencia, y en una materia que no es matemática, viene, sin embargo, avalado por las primeras encuestas conocidas ayer. Es muy posible que cada uno de los aspirantes convenciera claramente a sus parroquias respectivas. Pero donde se decide un debate de este tipo es en las zonas tibias de la audiencia, en aquellas personas que no tienen un claro juicio formado antes de empezar el cara a cara. Y aquí el líder socialista estuvo por delante. Fue más creíble.