Parece que este año la hipotética gota fría otoñal se hace esperar y las alertas amarillas y naranjas mantenidas esta semana en nuestra ciudad y en la Comunitat están resultando más una prevención, que también se agradece, que una realidad. Después de los desastres ocasionados por las trombas de agua de hace una semana que han ocasionado 10 millones de euros de perdidas además de la ruina de cosechas, sobre todo de la del arroz, nos mantienen prevenidos esperando la supuesta gota fría. Pese al refrán quien avisa no es traidor, algunos ríos y barrancos siguen llenos de cañas, basuras y escombros pese a las inversiones en limpieza, que dificultarán el desagüe de agua en caso de lluvias y provocarán inundaciones.

Pero la lluvia escampa y la tensa tranquilidad da paso a una excelente temporada de robellón. Miles de castellonenses se lanzan al campo cesta en mano a por estos parásitos que tan buenos ratos gastronómicos nos hacen pasar. Este año, si todo sigue así, mi recolectora particular, Maribel, me comenta que va a haber para dar y vender así que irán baratos no como ahora, intocables. Este fin de semana ya estaban los ayuntamientos de los pueblos robelloneros montados en el euro cobrando 3,5 euros por cabeza a quienes osaban entrar en sus municipios por la preciada seta. Este otro tipo de recolección, la del "impuesto revolucionario del robellón", es una moda que se da en los pueblos del interior. Y digo yo que cuando los del interior vengan a las playas a coger tellinitas, lapas y moluscos ¿también deberíamos cobrarles peaje revolucionario? Un poquito de por favor que el monte es de todos, ¿o quizás no?

Periodista