Siempre se pierde por culpa del compañero, decía Max Aub en su Elegía a un jugador de dominó. Con este amargo razonamiento en la partida, desvelaba el literato que son demasiadas veces los propios los que actúan con falsedad. De total aplicación y actualidad se podrían adjudicar estas palabras al portavoz municipal del Partido Socialista, Juan Mª Calles.

Por culpa de él, el socialismo en Castellón está en uno de los momento de mayor desprestigio. Él solo tuvo el mérito de deshacer el trabajo de muchos años de una agrupación local que había conseguido el respeto municipal. Primero desalojó a todos los concejales existentes, después creó una lista de pedazos y apaños. Y finalmente, también por su culpa, por su exceso de protagonismo, por su divinidad como político, el Partido Socialista local fracasó.

Él creía que llegaba como reinventor del socialismo y se ha jactado de criticar la gestión y política del Partido Popular. Sin embargo, él no dice que en su currículum está el haber trabajado para el PP y el haberlo hecho como asesor de Zaplana. Su peor enemigo y su peor crítica: ser del PP y cobrar como asesor nombrado a dedo. Todo ese bagaje consta también en su historial. Pero ahora reniega de su pasado.

Las urnas le negaron lo que estaba escrito. Si cambias demasiado de chaqueta, no esperes que te abrigue. Y así fue, la sociedad lo relegó al cargo de portavoz de la oposición. Digno puesto para quien tiene ganas de trabajar por Castellón. Pero discreto y austero para quien en esto de la política ha venido a vivir de él. Por lo cual, Calles, desde el primer día en el Ayuntamiento, ha mantenido dos premisas: intentar conseguir un sueldo de general y trabajar lo menos posible. Ambos objetivos los consigue con esmero cada día. Al año, cerca de 90.000 euros. El sueldo viene a cambio de nada, porque en el ayuntamiento se opone a cualquier cosa que suene a avance de la ciudad y en su oficina de trabajo ha conseguido batir récords de desempleo.

Ante tanta veleidad, atiende así Calles a la descripción que él mismo citaba del ensayista Manuel Durán y sobre su estudiado Max Aub, "Sí, ahí está en nosotros, ante nuestras miradas asombradas, ese inacabable desdoblarse, esa infinita bifurcación".

Teniente de alcalde del Grao