Castellón necesita un tren de alta velocidad entre la capital y Tarragona, pero no a cualquier precio. Así que bienvenido el corredor mediterráneo, pero con unos condicionantes que van a marcar la efectividad de esta infraestructura y su impacto en el conjunto de la economía provincial y de la sociedad castellonense. Los plazos de tiempo deben ser más cortos y el trazado de la plataforma debe circular por el interior para conectar con el futuro aeropuerto Costa Azahar de Castellón.

Evidentemente, es de agradecer que el Ministerio de Fomento por fin se haya decidido a licitar el estudio informativo para el proyecto ferroviario que permitirá implantar un servicio de alta velocidad entre las dos capitales del Mediterráneo que a día de hoy estaban aisladas sobre el mapa de AVE del Gobierno, a pesar de la falta de lógica que tenía el planteamiento. Además, se separará el tráfico de pasajeros del de mercancías, un aspecto imprescindible si lo que se quiere es potenciar el transporte de productos por ferrocarril con el fin de abaratar costes y frenar la saturación de las carreteras. Sin embargo, este hecho no le exime de ser el máximo responsable del retraso que el proyecto acumula en la provincia de Castellón, con más de cinco años de absoluta dejadez y respeto a los ciudadanos, como solo la exministra de Fomento Magdalena Álvarez era capaz de demostrar.

Han sido 5 años de tiempo perdido, que se podrían haber aprovechado para realizar los estudios, consensuar un trazado, analizar impactos, incorporar demandas, estudiar mejoras... Ese proceso largo, costoso y tremendamente lento va a iniciarse ahora, justo en el momento en el que deberían estar empezándose, por no decir en marcha, las obras, que además contribuirían a paliar la situación de desempleo en la que se encuentran muchas familias de la provincia.

Otro de los puntos que se hace necesario clarificar son los plazos de ejecución, aunque difícil imagino que será de cuantificar cuando los representantes de Zapatero en la provincia ni siquiera podían imaginar el anuncio del BOE, que les ha pillado una vez más por sorpresa, en una muestra más de la improvisación que aplica el ejecutivo socialista a su actividad política diaria. El anuncio de la licitación del estudio fija un plazo de 24 meses para su realización, sin tener en cuenta el tiempo que las empresas presenten ofertas, la Administración las estudie y se adjudique. ¿Y después? Pues la declaración de impacto ambiental, los periodos de alegaciones, las quejas de los afectados... y todo un rosario de contratiempos que consiguen evitar las demoras en su ejecución, teniendo en cuenta que se trata de un tramo de 190 kilómetros. En conclusión, que los castellonenses podemos plantarnos en el 2020 sin poder subirnos al AVE del corredor mediterráneo, o sin poder exportar nuestros productos por transporte ferroviario en condiciones óptimas, con todo lo que ello supone de pérdida de tiempo y de competitividad.

Y la última de las cuestiones que no debe pasar por alto el Ministerio de Fomento, antes de tomar sus determinaciones, es la necesidad de que el aeropuerto de Castellón Costa Azahar, cuya inauguración está prevista para el próximo año, cuente con una parada de AVE. Todos los expertos abogan por la intermodalidad en el transporte como clave de futuro, un hecho del que ya se benefician los grandes aeropuertos españoles y al que no puede renunciar la infraestructura aeroportuaria de la provincia. La comodidad, la rapidez, la seguridad... son valores que deben incluirse en el proyecto en beneficio de todos los ciudadanos. De ahí que sea importante diseñar un trazado por el interior, un proyecto que la Conselleria de Infraestructuras ya demostró al Gobierno que es posible, y del que Fomento ni siquiera se ha dignado a contestar. Además, un trazado por la costa generaría una nueva barrera en un espacio de terreno ya de por sí muy saturado, reproduciendo los problemas que se dan en otras poblaciones de la provincia.

Son demasiados años reivindicando esta infraestructura, así que, aunque vaya a llegar tarde, cosa nada deseable, al menos, que lo haga bien y con planificación, como se merecen los castellonenses.

Vicepresidente primero de la Diputación