Entre 1966 y 1967 Benicàssim abrió una puerta simbólica al mundo de la música con el Festival Internacional de Guitarra Francisco Tárrega, del que fueron cómplices los responsables municipales de aquellos años, pero hoy quiero subrayar con énfasis que aquel suceso permitió la emergencia arrolladora entre los vecinos de Benicàssim del músico gran pianista Leopoldo Querol, nombre con el que gusto de iniciar la relación de protagonistas de la página de hoy cuando me aprovecho que que Lorenzo, después de hacerme entrega de su mágico dibujo, me sustituye en la hermosa tarea de construir a la orilla del mar las torres y castillos de arena. No estoy seguro de si se atreverá a ir descubriendo los mensajes del humo de los barcos. Tampoco los misterios de mis días vividos y mis noches soñadas.

Lo cierto es que Leopoldo Querol estaba considerado, con José Iturbi, como uno de los más grandes concertistas de su época. Ambos protagonizaron juntos conciertos por España y Europa. Claro que Iturbi se vio llamado por Hollywood y nuestro Querol quedó aquí con la magia de aquellos años en París, alternando con glorias pianísticas de Francia, especialmente con el gran Ravel. Antes que don Leopoldo, tuvo protagonismo en Benicàssim mossén Escoín, el pintoresco párroco castellonense, que cuidó de la feligresía y de la propia iglesia de Santo Tomás de Villanueva, que dejó aquí un amplio anecdotario vital y que ilustró musicalmente al órgano tantos sucesos litúrgicos, festivos y sociales, humanos en fin. Escribí de él un apunte biográfico en mi serie de Seres Humanos. Entre uno y otro, Escoín y Querol, aparece la figura del maestro Joaquín Rodrígo, que vino unos días de vacaciones con algún pariente y ocupó una de aquellas villitas junto al mar, frente al albergue de la Sección Femenina, cerca de la villa Manuela de Querol. El maestro Rodrigo escribió un concierto de Benicàssim, que después se anunció como Concierto de estío en su estreno en Lisboa. Y también empezó el esqueleto de nada menos que del Concierto de Aranjuez. Para recordar siempre. Ahora, en estos días del 2009, quiero situar aquí los nombres de Roberto Turló y de los Alapont, el padre y sus dos hijos. Y en el arco de un tiempo a otro, aparece la familia García, con don José García Gómez, su hijo José, su nieta Natasha y, de modo especial, el que también fuera alcalde de Benicàssim, Alejandro García Guinot, "somos un sueño imposible que busca la noche...".

Hay otras músicas que aparecen arroladoras en las fiestas de Benicàssim, tan populares en honor de Santa Águeda y San Antonio Abad. Ahora, en la semana del 22 de septiembre, en honor de otro santo patrón, Santo Tomás de Villanueva, vuelven a tener el señorío de contar con reinas y damas de honor, que presiden conciertos de bandas, toros y vaquillas, fuegos artificiales que surcan el cielo cada noche de fiesta y de ilusión. En el mes de enero, el día 17, las muy sentidas fiestas patronales por todos los vecinos en honor a Sant Antonio Abad, con la bendición de animales, procesión con carrozas, carros engalanados y gran número de turistas y visitantes, de la provincia y de otros orígenes de España y Europa. Fiestas con música de interés turístico. Después, el primer domingo de febrero brilla de color y de alegría, de música y canciones populares la romería a la ermita de Santa Águeda, recordando aquella fecha lejana en el tiempo de 1603, donde apareció el sonido de la carta de población. La fundación de Benicàssim, lo que primero fue un casar y ahora encierra todas las esperanzas de futuro.