Querido lector:

Le doy la enhorabuena a Jorge Alarte por su decisión de ponerse al lado de los empresarios valencianos en general, y castellonenses en particular, en relación a la decisión del Gobierno del Estado de aplicar la Ley de Costas de 1988 con todo su rigor.

Desde hace varios meses en Mediterráneo hemos puesto nuestra atención en demostrar que la intencionalidad de tábula rasa que pretende el Ministerio del Medio Marino con la supresión de los chiringuitos de nuestras playas perjudica a una de nuestras principales industrias, el turismo, y modifica una de las principales formas de ocio de la que nos hemos dotado.

Y a pesar de que la gota que ha colmado el vaso de la decisión de Alarte ha sido la problemática concreta de los restaurantes y terrazas de una playa de Valencia, espero que el secretario general de los socialistas valencianos medie también en Madrid por toda la problemática de la Comunitat valenciana --y de Castellón-- en general, aunque sea en contra de gran parte de la opinión extendida entre sus propias filas en nuestra provincia. Alarte pretende emplear con esta problemática, la misma táctica que la del agua, dado el perjuicio electoral que les puede suponer. Habrá que ver ahora si le dejan llevarla a cabo.