Vivimos el final de un ciclo económico y político. Castellón es la madre de todos ejemplos. En los últimos 15 años, sin duda, se habrán hecho cosas bien. No he sido nunca partidario de la generalización para borrar todo registro de virtud en el adversario político. Durante muchos años se nos ha dicho que los valencianos éramos los mejores del mundo gracias a nuestro gobierno de galácticos. Durante muchos años se nos ha dicho que Castellón lo lideraba casi todo por mor del gran conseguidor de la Diputación. Hoy sabemos con los datos en la mano que mentían. La prueba no es otra que comparar qué estaban haciendo otras comunidades y otras provincias en los mismos años de vacas gordas y expansión económica.

Aquí nos han gestionado la rutina y punto. Eso sí, lo han hecho con el desparpajo del nuevo rico que gasta a manos llenas para que se note. Exhibicionistas con el dinero de los demás. El ejemplo más lamentable de la propaganda partidista y la mercadotecnia hueca lo representa la propia y ruinosa televisión pública de todos los valencianos, implicada incluso en la trama Gürtel.

Tenemos lo que tenemos. Las cifras de paro más altas de España, el fracaso escolar más elevado, 5.000 alumnos en barracones, pérdida de productividad de nuestro tejido económico, disminución de capacidad exportadora y competitividad de nuestras empresas, numerosos centros sociales para mayores, dependientes y discapacitados sin funcionar porque no hay recursos suficientes, los hospitales y centros de salud prometidos en la última campaña sin comenzar siquiera, las carreteras van cayendo una tras otra de las cuentas públicas, todos los servicios públicos, incluyendo la Justicia, sufren recortes escandalosos mientras los amigos del poder tienen amarrada por años su financiación millonaria. Es el caso de la Fórmula 1 en Valencia. Sacrifican plazas y nóminas de los profesores de nuestro sistema educativo, niegan el gasto de mantenimiento de los centros de día, políticas de menores, el pago a los ayuntamientos que han adelantado lo que no tenían, etc. y todo para que a los señoritos y mercaderes de la Fórmula 1 o a los pícaros que montaron, entre otras, la visita del Santo Padre, no les falte lo que piden.

Es un final de ciclo con todas sus consecuencias. Un final que viene marcado por la decadencia y la ineficacia. El fiscal anticorrupción pide 15 años de cárcel al mandamás del PP en esta provincia por presuntos delitos muy graves. Todo su entorno mira para otro lado en un ejercicio de complicidad que les convierte en algo políticamente todavía peor que el afectado en cuestión. Parece evidente que el problema no es solo una persona. El problema es el sistema montado. El caciquismo funciona así. El modelo está integralmente podrido. Esta provincia no puede permitirse prorrogar un esquema de vasallaje y de confusión entre lo público, lo privado, lo particular y lo general. La corrupción y la crisis evidencian la ineficiencia y el desgobierno.

La gente tiene que saber que merece la pena pelear por los derechos antes que aspirar al favor del cacique de turno. Nos dirigimos a todos los ciudadanos que sientan que no puede vivirse sin valores ni principios. Una cosa es ser de derechas y la otra es comulgar con una realidad amoral de arbitrariedades. Insisto, nos dirigimos a todos los ciudadanos, emprendedores, empresarios, trabajadores, opositores, jóvenes, dependientes, familias... a todos los que necesitan que la igualdad de oportunidades sea real.

Los socialistas queremos, podemos y sabremos oxigenar esta provincia para remontar la situación. El último presupuesto de la Generalitat señala el final, la agonía de un sistema que, ni en su último suspiro, nos tiene en consideración. La culpa no es tanto de Camps, sino del sistema que han montado en la provincia. Nunca han sido conseguidores para Castellón. Es un mito falso. Han sido consentidores del desprecio. Aznar estuvo ocho años en el poder --veraneando además en esta provincia-- y no le incomodaron nunca con la alta velocidad ni trajeron una gota de agua. Consintieron. Como hoy. Algunos ganan pero la provincia pierde. H