A partir de hoy regresa la limitación de 120 kilómetros por hora a las autovías. Los operarios se afanaban ayer en sustituir los 110 por los 120 en la señalética viaria. Cuatro meses ha durado el polémico límite de velocidad. Una medida fugaz, que ha representado un dispendio económico. Y es que el sustituir cada señal ha supuesto 50 euros. Solo en la red viaria provincial se ha invertido en la operación más de 20.000 euros. En los tiempos que corren, los gobernantes deberían meditar cuidadosamente todas las decisiones que adopten con vistas a que el erario público no incurra en despilfarros innecesarios. Y habría que reflexionar si este lo ha sido.

Se argumentó por parte del Gobierno central que los 110 se imponían en aras de la austeridad. Algunas encuestas efectuadas entre los conductores cuestionan tal argumento, al aseverar los consultados que no han percibido variación alguna en sus bolsillos. Por contra, se asegura desde el Ejecutivo que sí ha sido efectiva, pues ya ha supuesto un ahorro de combustible. De ser cierto ese extremo, ¿por qué cuatro meses después se replantea la cuestión, volviendo a la medida inicial? ¿Si ayuda a ahorrar por qué no prorrogarla?