Me pregunto quién estará detrás del suelo poroso blanquecino que desde hace tiempo inunda Castellón. No piense usted que es una pregunta trampa o una inocentada en este día de bromas soeces en conmemoración de una matanza de niños. No. Me lo pregunto al ver como la nueva plaza Mayor necesita ya una limpieza en algunos sitios después de recibir al cartero real. “Será testigo de los acontecimientos señeros de la vida de Castellón”, dice el sr. Bataller al inaugurar tan imprescindible proyecto. No quiero ni imaginar cómo quedará después de las doce campanadas o del ¡Magdalena Vitol! Y es que este tipo de suelo ,aunque nada resbaladizo a diferencia de su antecesor artesanal, del cual se ha conservado un trocito, es muy sucio y difícil de limpiar, a juzgar por algunas aceras de nuestra capital. Piedra natural de Borriol y Ulldecona, me chivan los expertos. Muy bonita la remodelación, sí señor, pero muy cara y muy sucia. También llama la atención la colocación sin ton ni son del laberinto, mala imitación del de la catedral de Chartres, enfrente de Santa María. Si se fija usted y no hace falta mucha fijación para darse cuenta, el pavimento que lo rodea no guarda equilibrio estético alguno con él, es como si se hubiera pegado encima sin tener en cuenta las juntas ni las hileras de piedra de su alrededor. En fin, entendida no soy, pero un poquito de por favor que nos ha costado un dineral. Más de dos millones de euros del Plan Camps de la Generalitat, cinco meses y 40 puestos de trabajo generados después, se inaugura la plaza Mayor mientras la Comunitat encabeza la lista de desahucios de España y mientras el Consell ya dejó sin pagar 1.300 millones en el 2010, no le cuento en el 2011, horror me da. H