Querido lector:

La decisión adoptada por el jurado popular en el Tribunal Superior de Justicia Valenciano declarando inocente a Francisco Camps en el caso de los trajes, no solo clarifica el destino judicial del expresidente de la Generalitat sino que determina absolutamente su futuro político.

En verdad cualquiera de las dos decisiones posibles lo hubiera hecho. Culpabilidad, su fin político. Inocente, futuro abierto. Y esa es la cuestión ahora ¿cuál es ese futuro?

Nadie lo sabe, tampoco él, aunque todos opinen, especialmente sus más allegados o los posibles afectados. Pero lo que sí se puede conocer son algunas cuestiones objetivas.

La primera, su destino político, si es que el propio Camps decide tenerlo, lo deberá decidir en última instancia Mariano Rajoy como máximo responsable del PP. Y seguramente la decisión la adoptarán conjuntamente el propio Camps. Rajoy y Alberto Fabra, elegido por su partido presidente regional del PPCV, investido por las Cortes Valencianas presidente de la Generalitat y el máximo responsable de la renovación política de su partido en los próximos meses congresuales por mandato de Génova y de la renovación del enquistado aparato de la administración valenciana con el reto de reorientar el modelo económico valenciano para intentar lograr la salida a la crisis.

En segundo término Camps es diputado autonómico y miembro del Consejo Consultivo de la Generalitat, pero por supuesto es descartable cualquier regreso a un primer plano de la política valenciana. Ha sido tal su desgaste político y mediático a todos los niveles, con la puntilla final de su proceso judicial, y tan desastrosa su gestión económica, que ha llevado a la Generalitat casi a la quiebra, que su papel está totalmente amortizado y descontado.

Y en tercer término para determinar su destino, hay que valorar su psicología. Y aunque pueda pretender un protagonismo político basado en su absolución, en la pretendida deuda de Rajoy con él, en el aplauso de sus ya pocos incondicionales o en su amistad con Alberto Fabra, este no le debe nada y el propio Camps debe ser conocedor de su posición, más perjudicial que beneficiosa para su partido.