Querido lector:

Desde que PSPV (Ximo Puig), Compromís (Enric Morera) y EU (Marga Sanz) unificaron posturas con su oposición ante la nueva ley de RTVV, amén del encuentro tripartito escenificado el martes en Valencia, la idea, la intención o el fantasma de un tripartito, según interpretaciones, planea por la política valenciana intensamente, más allá incluso de la intencionalidad planificada por quienes lo pueden integrar.

El mismo concepto confuso lo transmitía Compromís en boca de Morera: “Ni tripartito ni nada, lo que hay que hacer es cambiar el Gobierno del PP”. Es decir, unidos contra el PP de Alberto Fabra pero no revueltos porque en plataforma organizada no se distinguen las partes del todo. Vías de colaboración o acuerdos puntuales pero no conjunción de oposición, si no los perfiles no se diferencian electoralmente, aunque coincidan en genérico en la defensa del sector público y en contra de recortes y privatizaciones. Si no, Morera no habría llamado (hay que distinguirse) gos de Lerma a Ximo Puig, por ejemplo.

Esa confusión misma en el origen de lo que puede o no puede ser, origina reacciones. El PP, por ejemplo, lo demoniza y claramente lo identifica con un tripartido a la catalana a fin de desprestigiarlo. Evidenciando un temor hasta ahora inexistente por la desunión de la izquierda.

En el PSPV causa división porque en función de su evolución, puede ayudarle a conseguir el poder al ser el partido mayoritario o por el contrario corre el peligro de diluirle como una fuerza más, perdiendo el liderazgo de la izquierda precisamente por la izquierda.

Y en Compromís y EU, por un lado satisfacción porque saben que son los que lo conducirán como fuerzas en alza y también indefinición por si los diluidos son ellos.