Querido lector:

La semana que termina ha sido prolífica en especulaciones políticas en torno al gobierno valenciano y a posibles cambios en la formación de un Consell nombrado por el expresident Camps y que el titular actual, Alberto Fabra, no ha variado en el año que lleva al frente salvo los ajustes, muy significativos, realizados por causas ajenas al mismo, como los nombramientos de Paula Sánchez de León como delegada del Gobierno y de Enrique Verdeguer, como presidente de Adif, que motivaron el ascenso a vicepresidente de José Ciscar y a introducir a María José Catalá, alcaldesa de Torrent y a Máximo Buch en las carteras de las que ahora son responsables.

No obstante, en la corte del Cap i Casal andan inquietos, tal vez por la tradición campista de remodelar gobiernos en periodo estival y porque Fabra ya ha cruzado el Rubicón orgánico de los congresos nacional y regional de su partido de esta primavera, ha atado convenientemente los provinciales que se celebran en dos semanas... y aún no ha dejado su impronta en el Consell con una crisis sustancial. Amén, por supuesto, de la importancia que tiene una remodelación en un sinfín de cargos temerosos de la tijera de los recortes en la administración autonómica, hecho que desata las elucubraciones y quinielas por doquier.

“La intención del president en este tema solo la conoce el president”, decía hace pocos días una de sus manos derechas en el gobierno valenciano, cuyos miembros también han caído en la subyugación de dejarse influir por quienes dan por hecho una remodelación y se remueven incómodos en sus asientos.

Sin embargo, desde la periferia las cosas se ven desde otra perspectiva. No hay tanta dependencia del poder del Palau y lo que se exige es más implicación del Consell en aplicar políticas que ayuden a atajar los problemas reales de la Comunitat, centrados especialmente en la crisis y sus negativas consecuencias.

De ahí que las intrigas palaciegas importen menos... o sencillamente no importen porque nunca han sido beneficiosas salvo para Valencia. Y no lo olviden, el president actual es periférico... con lo cual remodelaciones y crisis... después de que los consellers se ganen el sueldo.