Alberto Fabra no es contundente ante Mariano Rajoy porque nadie lo ha sido desde que tenemos autonomía. Tampoco hace falta que se acueste con el ministro Montoro para conseguir más dinero. La cuestión es de forma y de fondo. El Estado de las autonomías parte de una concepción unitaria de España, cuyo Gobierno traspasa competencias. La Comunitat las ha asumido sin un modelo de financiación justo y acorde con su población pero, insisto, bajo un sistema descentralizador al amparo de la Carta Magna, que permitió un desastroso café para todos con los estatutos autonómicos sin calcular las consecuencias.

Este complejo entramado legal es el que encorseta a nuestros políticos. Los partidos nacionales rinden obediencia a Madrid porque así están estructurados. Tengan en cuenta que para reformar nuestro estatuto hacen falta votos de diputados extremeños o manchegos. Ello ha calado, además, en el sentir mayoritario de los valencianos que se autoproclaman españoles. Por eso han fracasado las opciones nacionalistas que ahora han cambiado de marca. Fabra, como Ximo Puig (PSPV-PSOE) reivindicarán siempre en voz baja. Cada vez que un empresario les exija que levante la voz, el empeño será inútil. Hemos sido educados, para bien o para mal, sumisos y fieles a España. Por eso no nos acostamos con Mas. H

*Periodista