Fue a principios de la década de los noventa. El último día de Magdalena, después del Vítol! y cuando muchos ciudadanos iban ya a sus casas, un coche se empotró contra la Pastelería Godofredo en la esquina de la calle Guitarrista Tárrega con la Plaza Borrull en Castellón.

El estruendo fue brutal, ya que el vehículo circulaba al menos a 40 kilómetros por hora. Cualquier periodista de facultad podría haber decidido no publicar aquella noticia. Pero sí lo era. Hubo una víctima mortal. El conductor sufrió un desmayo tras un infarto, lo que le hizo perder el control del vehículo. Aun así, el hecho apenas tuvo notoriedad. Quedó reducida a una pequeña reseña en la sección de Última Hora.

Este viernes, en la calle Mayor, en la mejor campaña publicitaria indirecta de un comercio en el centro de Castellón, ha circulado por todo el mundo a través de las redes sociales una foto-susto de un vehículo empotrado en una cafetería sin que, afortunadamente, hubiera fallecidos ni heridos de gravedad. Como mucho, el hecho en sí se merece un pie de foto. Ahora bien, la diferencia es que hoy tenemos al alcance de cada uno de nosotros medios para comunicarnos al instante con Tokyo o Kuala Lumpur pero, en realidad, lo que nos va es el cotilleo y no la información. Por eso faltan buenos periodistas. H

*Periodista