El líder del PSOE, Pedro Sánchez, ha ganado la primera parte de su arriesgada apuesta de descabalgar a Tomás Gómez como cabeza de lista socialista a la Comunidad de Madrid y presentar en su lugar al exministro de Educación Ángel Gabilondo. Ahora, para que el órdago no se vuelva contra él y arruine definitivamente su débil liderazgo, Sánchez deberá ganar también la segunda parte de la apuesta: gobernar la comunidad madrileña. De hecho, el propio Sánchez se ha fijado esa meta porque la principal razón para cambiar de candidato ha sido la necesidad de que la derecha deje de gobernar en Madrid. El objetivo no está ni mucho menos conseguido, pero es indudable que Gabilondo está en mejor disposición de lograrlo. Con Gómez, la derrota era segura, según todos los sondeos. El exministro de Rodríguez Zapatero y catedrático de Metafísica es un independiente de prestigio, respetado en todos los sectores, que cree en el diálogo y, en la cuestión territorial, predica un federalismo consecuente. Más de 100 de 130 agrupaciones socialistas se han decantado por él. Ahora deberá dedicarse a confeccionar una candidatura ganadora que pueda entenderse con las demás fuerzas de una izquierda fragmentada y peleada. El intento merece la pena.